Cruce de caminos en un bosque
Jan Jansz. van der Heyden compaginó la pintura con su oficio de inventor, y cuando ejerció como artista se dedicó a las vistas urbanas y con menor intensidad al paisaje y a las naturalezas muertas. Según parece, se inició en las artes en la década de 1660 y prestó más atención a esta actividad entre 1664 y 1678; a partir de 1666 fue cuando trabajó con dedicación las vistas de ciudades con sus calles, canales, plazas y edificios. Van der Heyden fue más conocido entre sus contemporáneos por las novedades y mejoras que introdujo en el sistema de alumbrado urbano y por sus diseños y mecanismos para la extinción de incendios, cuyo logro más destacado fue el desarrollo de un sistema de bombeo de agua que mejoraba notablemente los problemas de extinción del fuego. Sobre este tema también llegó a publicar un manual de procedimientos y métodos de actuación.
En sus vistas de ciudades todos los elementos que recoge tienen, por pequeños que sean, el mismo tratamiento, y en ellos se detectan una precisión y una delicadeza que los hace únicos en sus pinturas. En estas vistas llega a mezclar con habilidad imágenes reales con otras imaginarias que se integran con naturalidad en unas composiciones marcadas por la claridad espacial. En cuanto a los paisajes, unos cuarenta, se interesó por los bosques y por las vistas con ríos y a ellos trasladó los efectos visuales que había experimentado en sus vistas urbanas. Respecto a ellos, la crítica no ha descartado la posibilidad de que se ayudara con lentes o espejos para obtener el alto grado de perfeccionamiento que desprenden.
En Cruce de caminos en un bosque Van der Heyden nos adentra en una animada naturaleza por la que circulan viajeros y cazadores junto con otros personajes que se dedican a sus tareas cotidianas. Nuestra atención se dirige a una encrucijada de caminos polvorientos, ligeramente desplazada a la izquierda, con un punto de vista alto. Van der Heyden levanta una pantalla de árboles, paralela al borde inferior de la pintura, que rompe, en el centro, con un camino con el que profundiza en los planos más alejados y cuyo efecto refuerza con un foco luminoso que nos llega del horizonte. Para introducirnos en su vista, recurre a la luz y con este fin crea en el primer plano una franja en sombra que cubre parte de un camino por donde transita de espaldas un caballero que se dirige a la iluminada arteria principal. A la izquierda, el pintor abre el paisaje en el borde del camino con un edificio rodeado por una tapia maciza cuyo terreno se protege con una rústica valla de leños. Como contrapunto, a la derecha, levanta una pequeña casa cuyos moradores se entretienen en mirar por la ventana, lavar la colada en el río o pescar tranquilamente al borde del puente que enlaza con uno de los senderos.
Se ha pensado que esta escena pudiera estar inspirada en un área próxima a La Haya, conocida como Haagse Bos, lugar con el que el artista estaba familiarizado ya que representó en varias ocasiones el Huis ten Bosch (Casa del Bosque), palacio construido por Pieter Post en 1647 y cuya decoración interior estuvo a cargo, entre otros artistas, de Cesar van Everdingen, Gerrit van Honthorst y Jan Lievens. De este palacio, con sus jardines, se conserva una de sus vistas en la National Gallery de Londres. Sin embargo, tampoco se descarta que sea un paisaje totalmente imaginario de Van der Heyden. En esta tela del Museo se recoge lo mejor de un estilo que cuida todos los detalles. Característica de su método es la forma de construir los ladrillos de los edificios, como comprobamos en las dos construcciones que añade a la tabla, y de los que Houbraken comentó que «uno puede ver claramente la argamasa entre sus ranuras». Esta minuciosidad la lleva también al extenso ramaje de los árboles, en el que individualiza cada fragmento con el que crea la frondosidad de sus copas. Este afán por el detalle en partes señaladas de su composición no se interpone en la atmósfera que impera en sus obras, conseguida a través de la luz y de las sombras.
Para las figuras, Van der Heyden contó con la colaboración de Adriaen van de Velde, aunque en esta tabla no se ha descartado que su autor fuera el mismo pintor.
Mar Borobia