La Virgen y el Niño con ángeles
Tondo atribuido a Piero di Cosimo y que nos ofrece en perfecta composición un tema tradicional: La Virgen con el Niño, con un paisaje al fondo y dos ángeles que le contemplan devotamente. Viendo esta obra entendemos la popularidad que alcanzó su autor pues, además de la calidad alcanzada en el tratamiento de volúmenes, paños y colorido, una gracia especial se desprende de la imagen, marcada por el juego de miradas y la dulce expresión de los rostros.
La Virgen y el Niño con ángeles perteneció a una colección privada inglesa y entró en la colección Thyssen-Bornemisza en 1933 a través de la galería vienesa Sanct Lucas. La pintura ha figurado, con interrogación, como obra de Piero di Cosimo en los catálogos de la Colección desde 1937. Federico Zeri se interesó por la pintura en 1962, cuando la atribuyó a un maestro anónimo que llamó «Maestro Allegro» y la incluyó en un grupo de tondos, de características similares, que vinculó a esta nueva personalidad. Siguiendo a este historiador, nuestra composición derivaría de un trabajo de Piero di Cosimo, La Virgen y el Niño con ángeles, de hacia 1505-1510, conservado en Venecia y perteneciente a la colección Cini. En esa pintura, de formato vertical, las figuras aparecen de cuerpo entero y en ella, la Virgen, sentada, inclina delicadamente su cabeza hacia un Niño, desnudo y rollizo, en su regazo. La escena, además de dos ángeles músicos, cuenta con un paisaje que intuimos, más que percibimos, por la volumetría y disposición del grupo. Federico Zeri hizo un intento por identificar al Maestro Allegro con Jacopo di Domenico Foschi, padre de Pier Francesco Foschi.
Este pintor, que, según el crítico italiano, aplicó fórmulas algo arcaicas dentro del Quattrocento, añadió un tono humorístico a sus escenas a través de las actitudes de sus figuras. Entre las obras que conformarían el catálogo del Maestro Allegro, además de la nuestra, se encontrarían: una Virgen con el Niño y san Juanito en Arezzo; una Adoración del Niño, en el Rijksmuseum de Amsterdam; y otra Virgen con el Niño y san Juanito que fue de la colección Leger en Londres. La pintura, a pesar del análisis de Zeri, siguió vinculada en los catálogos de la Colección, con reservas, a Piero di Cosimo.
La escena se presenta en un formato que estuvo de moda durante el Renacimiento: un tondo, soporte circular que también empleó para sus obras religiosas, entre otros artistas, Sandro Botticelli. Esta Virgen con el Niño, al que adoran dos ángeles, ha dejado su lectura encima de una mesa para acercar a Jesús un pájaro posado en su dedo índice. El Niño, ajeno al juguete que le aproxima su Madre, opta por mirar con alegría y una pizca de ironía al espectador, mientras se lleva un dedo a la boca. El grupo central, con María y Jesús, está construido con suavidad, y en él se dibujan con finura y delicadeza los rostros. Las formas están compensadas y el pintor consigue transmitir una composición equilibrada y serena. A los colores tradicionales de María, como son el rojo y el azul, se contraponen el salmón y el amarillo de las túnicas de los ángeles que destacan sobre unas carnaciones aceitunadas. El tondo se ha fechado en la primera década del siglo XVI.
Mar Borobia