Retrato del emperador Carlos V
Lucas Cranach es uno de los más destacados representantes del Renacimiento alemán, junto con Alberto Durero. En su producción destacan los retratos, cuyo número se incrementó considerablemente tras su nombramiento como pintor de corte en Wittenberg. Cranach realizó varios retratos del emperador Carlos V, el primero de ellos con tan sólo ocho años, cuando era archiduque en la corte de Margarita de Austria. En el retrato que nos ocupa, el emperador se nos muestra de busto sobre un fondo verde, en el que se dibuja su figura. El rostro no aparece idealizado sino que reproduce con detalle los rasgos fisionómicos característicos del personaje como la mandíbula prominente y el labio inferior abultado. El único elemento que hace referencia a la condición real de Carlos V es el toisón de oro, que pende de su collar.
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En la producción de Cranach, el retrato ocupa un lugar relevante, pues fue parte de su repertorio desde los inicios de su carrera y su número se incrementó tras su nombramiento como pintor de corte en Wittenberg. Entre sus primeros retratos se encuentran los del humanista Johannes Cuspidian y su esposa Ana, de hacia 1502-1503, conservados en la colección Oskar Reinhart de Winterthur. Este matrimonio posa sentado, de más de medio cuerpo, al aire libre, con amplios paisajes a sus espaldas. Los entornos con paisajes los empleó en ocasiones determinadas para sus bustos y fueron sustituidos, en un número significativo de ellos, por fondos neutros de vivos colores.
Cranach retrató por primera vez a Carlos V (Gante, 1500-Yuste, 1558) en 1508, en el transcurso de un viaje que realizó en otoño de ese año a los Países Bajos. Poco se conoce de ese trabajo de Cranach que no ha llegado hasta nosotros, donde el artista plasmó al futuro emperador, con ocho años, cuando era archiduque en la corte de Margarita de Austria. El segundo encuentro entre el pintor y Carlos V tuvo lugar en 1547, tras la batalla de Mühlberg, cuando Cranach intercedió ante el monarca por Juan Federico de Sajonia, hecho prisionero durante la contienda y condenado a muerte.
El pintor, sobre un intenso fondo verde claro, perfila el busto de Carlos V, que recibe la luz de la izquierda, lugar hacia donde mira el emperador. En esta imagen el único signo que nos habla del estatus del representado, que se identifica sin dificultad por su fisonomía, es el collar de donde cuelga el toisón de oro. La cadena está hecha con eslabones alternos en forma de llama y de pedernal, y de su centro cuelga la insignia. Son numerosos los retratos de Carlos V donde aparece representado con este símbolo de poder y en los que los dos elementos que componen la distinción —collar y toisón— varían. Los colores de la pintura son reducidos, ya que se limitan al negro de las ropas y de la gorra, accesorio que también empleó el modelo en otros retratos, y al castaño del cabello, la barba y la piel con la que remata la pelliza.
Cranach utilizó en esta tabla un esquema que había desarrollado ampliamente en sus retratos de corte y representa al emperador sin ningún tipo de idealización. Así, al rostro alargado, de mandíbula prominente, cuyo prognatismo se intenta disimular con la barba, se añade una nariz grande y un labio inferior abultado. Sus facciones contrastan con las representaciones oficiales del monarca hechas por Tiziano, donde estos rasgos quedan mitigados por el pincel del veneciano.
El hecho de que Carlos V mire a la izquierda ha llevado a pensar que tal vez la imagen formara pareja con otro retrato. Sin embargo, el rango del retratado, desplazado a la derecha, lugar secundario en ese tipo de representaciones, hace poco plausible esta teoría; el único personaje que podría ocupar esa posición sería su abuelo Maximiliano I. También se ha sugerido la idea de que la tabla formara parte de una serie de retratos de soberanos, encargada por los reformistas, como presente para el emperador. La pintura procede de la colección Von Wallenberg, en Illnisch, Silesia, e ingresó en la colección Thyssen- Bornemisza en 1933.
Mar Borobia