Retrato de Levinus Memminger
Michael Wolgemut fue un pintor y un destacado grabador alemán de finales del siglo XV y comienzos del XVI. Colaboró en Münich con artistas de la talla de Gabriel Mälesskircher y Alberto Durero fue discípulo suyo. En sus obras de juventud se aprecian influencias de Rogier van der Weyden, Dieric Bouts y Aelbert van Ouwater. Más tarde, y especialmente en su obra gráfica, se refleja la huella de Martin Schongauer. Su estilo se caracteriza por la importancia que concede a la línea y la austeridad de sus figuras, mientras el color queda reservado a los paisajes que sirven de fondo a sus obras. El personaje aquí retratado se ha identificado con Levinus Memminger, tras comparar esta obra con el ala interior izquierda del altar de Santa Catalina en la Lorenzkirche de Núremberg, encargado por Levinus Memminger en honor de la patrona de su esposa. El parecido entre ambas figuras es muy evidente, tanto en la posición del rostro de perfil, como en lo que respecta a la disposición de las manos y los ropajes. El artista en esta tabla sitúa al protagonista en una especie de balcón, que tiene como fondo un profundo paisaje. A la izquierda se ha dispuesto un tapiz con el escudo de armas de Memminger y las iniciales de su nombre, que también aparecen en el celaje.
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Este pequeño retrato ingresó en la colección Thyssen-Bornemisza en 1934. Procedía de la colección Sala, en París, donde estuvo hasta 1933. Con anterioridad, la pintura había pertenecido a una colección privada americana. La tabla, dos años antes de ingresar en la colección Thyssen-Bornemisza, fue atribuida a Michael Wolgemut por Wenke, que además consiguió desvelar la identidad del personaje. El óleo, sin embargo, había sido ya objeto de estudio, en 1927, por parte de Ernst Buchner, que lo atribuyó entonces a un maestro anónimo con las iniciales W. B..Wenke relacionó nuestro personaje con el que aparece en el ala izquierda del altar de Santa Catalina, en la Lorenzkirche de Núremberg. Este altar, con esculturas en su cuerpo central, cierra con dos alas. En la de la izquierda, en su cara interior, aparece nuestro personaje con un nimbo y con un gallo, representado como san Guido, y forma parte del cortejo que rodea los Desposorios místicos de santa Catalina; en el ala derecha se representa la Identificación de la Vera Cruz. Este altar fue encargado hacia 1485 por Levinus Memminger, fecha que también se toma de referencia en nuestro caso por la similitud de estilo que hay entre ambas imágenes; nuestro retrato bien pudo ejecutarse un poco después o al mismo tiempo que el altar. El oratorio de la iglesia de San Lorenzo estaba dedicado a la patrona de la esposa de Memminger, santa Catalina.
El parecido entre ambas efigies es evidente en el encuadre del rostro, en el perfil elegido y en la posición, variando, además del fondo, la disposición de las manos y los trajes. Michael Wolgemut ha dispuesto este sugestivo retrato del Museo en el estrecho pasillo de una terraza, cuyo parapeto aprovecha el modelo para apoyar sus manos. La puesta en escena, como ha resaltado Lübbeke, resulta inusual por el desarrollo que en fecha tan temprana se ha dado al paisaje. El comitente posa, además, con un tapiz decorativo en cuya parte superior aparece el escudo de armas, al que se han añadido, en la zona superior, las iniciales de su nombre, L. M., en mayúsculas. Estas iniciales juegan con otro grupo de tres letras, H.M.H., que en oro se repiten en el cielo del paisaje y que se han relacionado con un posible lema.
Levinus Memminger aparece dibujado con precisión y con sobriedad en su colorido, como es característico en los retratos del artista. A la austeridad que Wolgemut inculca al personaje, se contrapone un paisaje imaginario trabajado con pocos colores pero muy intensos. Los halcones que aparecen en el celaje, uno de los cuales ha atrapado una presa, y de los que Buchner hizo una interpretación que no ha sido aceptada, pueden entenderse con reservas, según Lübbeke, como un memento mori. Wolgemut fue el maestro de Durero, discípulo que sintió por él un gran respeto, como se deduce del retrato que su alumno le hizo cuanto tenía más de ochenta años y de la inscripción que lo acompaña.
Mar Borobia
