Interior con una mujer cosiendo y un niño
Pieter de Hooch se trasladó a Amsterdam desde Delft, en cuyo gremio está mencionado en 1655 y 1657, hacia 1660, permaneciendo allí el resto de su vida salvo un viaje, precisamente a Delft, en 1663. De Hooch empezó pintando en la década de 1650 escenas de tabernas con soldados, que fue sustituyendo por interiores domésticos y patios con los que nos transmite la vida y costumbres de una próspera burguesía. Estos interiores, sobrios, donde las figuras posan haciendo sus quehaceres habituales, especialmente las amas de casa, perderán frescura y fineza al final de su carrera, cuando De Hooch desarrolló una puesta en escena para sus grupos y personajes en recintos más complejos y recargados. El espacio en sus pinturas se construye a través de la luz y del estudio geométrico, creando unos ambientes en los que fluye la atmósfera.
Esta tela es un buen ejemplo del tipo de interior ideado por el artista. Aunque está fechado en su etapa de Amsterdam, el óleo desprende el encanto de sus pinturas de Delft. El lienzo fue repintado posiblemente durante el siglo XIX, actuación esta que cambió y modificó la composición. Estos añadidos afectaron al muro en el que se abre la puerta, cuyo marco superior se disminuyó, y se colocó, al lado de la silla, una cortina. En la pared, justo encima de la puerta, se aprovechó para instalar una pintura adicional; la decoración del recinto se completaba con una escultura del dios Mercurio. Estas modificaciones a la composición original se quitaron en 1958, retirándose los repintes que, de forma sustancial, afectaban y alteraban la pintura. El óleo también sufrió, entre 1884 y 1892 y debido a alguna desafortunada intervención, la pérdida de la firma de la que hoy no queda ninguna traza pero, que según consta, figuró en el ángulo inferior izquierdo.
De Hooch presenta su escena en un típico interior holandés. La madre, dedicada a la costura, pero que atiende a su hijo, ocupa una zona de la vivienda conocida como voorhuis, espacio de la casa que conectaba con el exterior, y que cuando no se utilizaba para algún tipo de negocio se usaba para actividades domésticas. La segunda estancia, que comunica con esta primera a través de una puerta y de una ventana interior con celosía, es el binnenhuis, espacio en el que, en la pintura, destaca una chimenea. La mujer está sentada sobre una tarima, soldertien, que servía para aislar del frío y de la humedad del suelo, y su figura contrasta con la pieza de cuero, trabajada en ricos dorados, usada de respaldo del asiento. Hooch organiza su espacio a través del enlosado del piso, cuyo dibujo nos marca una diagonal, pero sobre todo a través de la iluminación y del juego que establece entre la luz filtrada por la ventana, a la izquierda, y proyectada sobre el muro y la mujer, y la de la habitación interior, que se refleja en el enlosado y que llena todo el recinto.
Peter C. Sutton, en estas pinturas, subrayó el papel que la mujer desempeñó en la sociedad holandesa del siglo XVII como educadora de los hijos y organizadora del hogar.
Mar Borobia