La Crucifixión con la Virgen, san Juan y ángeles
Sobre la vida de este pintor de escuela sienesa conocemos pocos datos y es Giorgio Vasari, una vez más, una de las fuentes a las que hay que recurrir para obtener información. Ugolino pudo iniciar su formación en el entorno familiar, su padre era pintor, y con gran probabilidad continuó su aprendizaje en el taller de Duccio, de quien se considera uno de sus seguidores más aventajados. Entre los trabajos que se le han asignado está el altar mayor de Santa Croce, Florencia, datado hacia 1325, y cuyas tablas se encuentran actualmente repartidas entre distintos museos. A partir de estos datos se ha trabajado para establecer su catálogo de obras y la cronología de las mismas.
Esta pintura, por razones que se desconocen, fue mutilada en su mitad inferior, pues Ugolino di Nerio la concibió con las figuras de María y san Juan de cuerpo entero, al pie del Calvario, a ambos lados de la cruz. Una idea de su diseño, antes de esta drástica intervención, nos la proporciona una pintura conservada en una colección privada que reproduce, a escala menor por su dimensión, la composición completa. Estas dos crucifixiones se distinguen por pequeños detalles en su iconografía, como la ausencia de los angelitos en torno a Cristo, diferencias en la construcción de los halos y en la disposición de una de las manos de la Virgen, así como en otros pormenores propios de la ejecución.
La procedencia más antigua que conocemos la relaciona, con interrogación, con los bienes del convento de San Francisco en San Romano, Empoli. Según parece, y también con reservas, pasó tras la supresión del convento al Museo Civico de Pisa, y de allí a la colección de Giuseppe Toscanelli, donde está registrada hacia 1883. La pintura fue una de las adquisiciones hechas por Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza en 1968.
La tabla, que está reseñada desde 1883, fue publicada como obra de Duccio. Esta misma atribución fue propuesta años más tarde, en 1966, por Parronchi, que además sugirió la idea de que hubiera pertenecido a la Maestà. Fue Gertrude Coor-Achenbach, en un artículo publicado en la revista Art Bulletin, en 1955, quien asignó la tabla a Ugolino di Nerio, autoría que fue respaldada por la mayoría de la crítica especializada.
Actualmente, esta Crucifixión está considerada uno de los mejores trabajos de madurez del artista, donde se aprecia la espiritualidad y el sentimiento que inculcó a sus composiciones. El pintor optó, en esta ocasión, por un esquema piramidal, cuyo vértice situó en el remate del asta de la cruz y la base en las figuras de la Virgen y san Juan, y que se completa con un círculo que cierran los seis ángeles que rodean al Redentor. Cristo está clavado a una esquemática cruz pintada en azul, que Ugolino ha perfilado con un fino trazo blanco y en cuya cartela, plateada, posiblemente figurara la inscripción inri. Su cuerpo, delgado pero musculoso, está construido con gran suavidad y en él se marcan, con delicadeza, partes de su anatomía, como son el vientre y las costillas. Ugolino nos presenta a un Cristo que todavía sangra por las heridas, especialmente por la del costado, que se presenta al espectador en su perfil más doloroso. A esta Crucifixión sólo asisten su madre y su discípulo san Juan, en cuyos rostros el pintor ha reflejado, con gran contención, el dolor y la emoción. Ambos inclinan suavemente sus cabezas a la derecha, contrarrestando así el ángulo que adopta Jesús. Si en este plano de la pintura los personajes son capaces de controlar sus emociones, no sucede lo mismo con el grupo de ángeles cuyos rostros compungidos expresan sin refrenarse la desesperación y la consternación por el suceso. Este sentimiento parece tener una continuidad en sus ropas que se pliegan en dinámicos remolinos que rematan las figuras.
El estado de conservación de la obra, pese a las pérdidas visibles en el borde inferior, es estable. Las zonas más dañadas de la composición, como el manto de la Virgen, el remate superior del asta de la cruz y la mano izquierda de Cristo, no afectan a partes esenciales de la composición.
Mar Borobia