Porcelana china con flores
Jacques Linard fue uno de los precursores en Francia de un género que alcanzó durante el siglo XVII uno de sus momentos más brillantes. Sobre sus inicios conocemos pocos datos, aunque sabemos que en 1626 estaba viviendo en París, en Saint-Germain-des-Prés, lugar donde residía una nutrida colonia de artistas procedentes del norte de Europa. En 1627 está datada su primera naturaleza muerta conocida, siendo nombrado, cuatro años después de la ejecución de este bodegón, pintor y valet de chambre del rey, detalle que lleva a suponer que Linard estaba bien relacionado dentro de los círculos cortesanos. Por una serie de documentos, conocemos que el pintor mantenía buenas relaciones con los artistas más destacados de su tiempo y que sentían aprecio por él.
Entre las fuentes que sirvieron de inspiración para la elaboración de sus temas, se ha mencionado, por la presencia que tuvo en sus óleos, la pintura flamenca. Linard pudo tener acceso a ella bien a través de la comunidad establecida en Saint-Germain-des-Prés o bien a través del próspero mercado que existía en París para esta pintura procedente del norte. Así, en sus pinturas fechadas a finales de la década de 1620 se aprecia la huella de artistas como Ambrosio Bosschaert y Brueghel de Velours, como se ha señalado en los estudios de la Cesta con flores conservada en el Musée du Louvre y que corresponde a esta etapa.
Linard presenta aquí su bouquet de flores en un sobrio escenario, un fondo oscuro contra el que resalta el tema, y sobre una fría losa de piedra con el canto moldurado con algunos pequeños desperfectos. Este conjunto, desde su posición central, llena con su colorido la superficie pictórica, dejando poco espacio al último plano. En la gama cromática predominan los tonos cálidos, rojos intensos y rosas con los que se elaboran los distintos agrupamientos de pétalos de las flores. La simetría que se detecta en la puesta en escena tiene su continuidad en la elaboración del ramo. Linard organiza este conjunto en torno a un eje central, coronado por una gran y compacta bola, continuando con unas pequeñas flores blancas hasta llegar al borde del recipiente donde coloca un sólido grupo de rosas y un clavel. El artista utiliza como florero para su ordenado bouquet un bol chino en cuyo frente se presenta, en tonos azules, un paisaje con figuras en una rústica barca. El objeto, delicado y exclusivo, lo encontramos nuevamente reproducido en una pintura del Musée des Beaux-Arts de Estrasburgo, fechada en 1638, y que se inscribe, como nuestro ramo, en su periodo de madurez. En la pintura de Estrasburgo, el bol, en vez de flores, contiene frutas que simbolizan, dentro del contexto de la tela, el gusto. De hacia 1640 es también una Cesta con flores de una colección privada en la que el artista repite la disposición de las ramas de la tela del Museo Thyssen-Bornemisza.
Mar Borobia