El beso
Géricault, en 1816, tras no conseguir el premio de la Academia que le financiaba el viaje de estudios a Italia, decidió visitar el país por su cuenta. Allí llegó en septiembre. Primero estuvo en Florencia, donde residió más o menos un mes, y en noviembre se trasladó a Roma. En marzo del año siguiente visitó Nápoles y Paestum, y regresó de nuevo a la capital italiana. En septiembre, justo al año de llegar, decidió acortar su estancia y regresar a Francia. Durante este periodo, Géricault dibujó incansablemente, tomó apuntes y realizó una serie de diseños con asuntos mitológicos y profanos con una fuerte carga erótica. Géricault hizo agrupamientos con sátiros, centauros y ninfas, a la vez que trató temas tradicionales como Leda y el cisne o Venus y Cupido, a los que se unieron simples parejas de mortales. A veces, en estas asociaciones, Géricault nos transmitió la violencia del encuentro en las posiciones y en los gestos de sus protagonistas, que destacan por sus cuerpos musculosos y robustos, de marcadas anatomías, que recuerdan a Miguel Ángel, y en los que se detecta el impacto que este maestro causó en el pintor.
En esta escena, que se supone en un interior, Gericault ha instalado una pareja en un lecho con grandes almohadones y telas que caen generosamente por el suelo. El hombre, sentado, abraza y besa a una mujer que vemos de lado con el cuerpo casi frente al espectador. El pintor ha utilizado el carboncillo para dibujar los perfiles de las figuras; con él repasa zonas como el cuello, la mano del joven, la cintura de la mujer o la pierna adelantada del muchacho. Estos trazos son más intensos cuando construyen volúmenes esenciales de la anatomía o en zonas sombreadas como el perfil derecho de la muchacha, su brazo izquierdo o la línea inferior de su cuerpo. Con fuertes realces de blanco subraya e intensifica las luces en el torso, rodilla y pierna del hombre o en el pecho de la mujer. Un estudio del dibujo, a mina de plomo, se conserva en el Musée Bonnat de Bayona, así como un óleo en una colección privada en Suiza. Germain Bazin fechó El beso en el mismo periodo que la Pareja abrazada del Musée du Louvre. El pintor, en esta obra, trata también el tema de los amantes, pero opta para el hombre, que se concibe con una gran musculatura, por una postura casi hercúlea. Sin embargo, en nuestro dibujo Géricault da cabida, con un leve toque de lirismo, al mundo de los sentimientos, ausente de otras representaciones.
La hoja, procedente del mercado de arte americano, entró en la colección Thyssen-Bornemisza en 1973. Su historia se conoce desde 1846, fecha en la que salió a subasta en París, entre el 11 y 12 de marzo. El beso perteneció también a las colecciones de Richard Wallace, Christophe y Groult. Después apareció en Londres, en la colección de Francis Matthiesen, y en Los Ángeles, en la de Norton Simon.
Mar Borobia