Una y otra vez
Yves Tanguy fue uno de los artistas europeos que en 1939, con el comienzo de la guerra europea, emigraron a Estados Unidos, donde en 1942 pintó el lienzo titulado Una y otra vez, que entró a formar parte de la colección Thyssen-Bornemisza en 1975. Como en casi todos sus paisajes fantásticos, que siguen invariablemente el mismo esquema, aparecen varias formas inidentificables y aisladas en medio de un paraje desierto, con un horizonte sin fin. En uno de sus escritos de 1941, André Breton hizo una serie de observaciones sobre la importancia del horizonte en la pintura de Yves Tanguy. En sus lejanas perspectivas Breton veía la representación de ese espacio situado más allá del horizonte, ese espacio reflejado en un espejo, en un «espejo sin alinde» —del que hablaban Breton y Philippe Soupault en Les Champs magnétiques de 1920—, un espejo que no refleja con fidelidad pues, liberado de su barrera, abre el espacio hacia un mundo sin límites.
Christopher Green considera que estas pinturas tienen mucho que ver con las composiciones realizadas por Tanguy antes de su partida hacia tierras americanas, durante el verano de 1939, que pasó en el Château de Chemilieu junto a Breton, Roberto Matta, Esteban Francés y Gordon Onslow-Ford, en el que todos ellos pintaron lo que Matta denominaba «morfologías psicológicas».
El cuadro aparecía reproducido en la monografía del pintor de André Breton editada por Pierre Matisse en 1946 y diseñada por Marcel Duchamp, en donde ya consta como perteneciente a la colección de Wright S. Ludington, el fundador del Santa Barbara Museum of Art en California.
Paloma Alarcó