Venecia era toda de oro
Lucio Fontana, que se apartó deliberadamente del arte informal de su tiempo, explicaba en una entrevista en la acreditada revista italiana Tempo: «El informalismo busca sus fines a través del gesto... mi naturaleza, en cambio se siente atraída por el espacio». Venecia era toda de oro pertenece a una serie, conocida como Concetto Spaziale. Venecia, que Fontana exhibió en el Palazzo Grassi de Venecia, entre julio y septiembre de 1961, en la muestra, comisariada por el prestigioso crítico francés Michel Tapié, Arte e Contemplazione, en la que también se exponía la obra de Mark Rothko, Antoni Tàpies, Sam Francis y Dubuffet. Esta serie veneciana se presentó más tarde en su primera exposición en Norteamérica, celebrada a finales de 1961 en la Martha Jackson Gallery de Nueva York, con el título Ten Paintings of Venice, y nunca más volvió a exponerse en su conjunto. Hoy en día se encuentra dispersa por diversos museos y colecciones.
Con estos «conceptos espaciales» —como a él le gustaba denominar sus obras para enfatizar su alejamiento tanto de la pintura como de la escultura—, Fontana, un creador inclasificable que se autodefinía como artista espacial, quería exaltar el esplendor bizantino de Venecia. Para el artista esta ciudad era la isla del arte, un lugar de debate y encuentros internacionales que le atraía de manera especial. En estas pinturas, que, como ha resaltado Lucca Massimo Barbero, son «la culminación de la poética intelectual y racional de Fontana», quería mostrar la ambivalencia existente entre su pasado cultural e imperial y el presente, un destino turístico banalizado sentimentalmente por las masas. Los propios títulos de las distintas obras del conjunto — Noche de amor en Venecia, Sol en Piazza San Marco, El cielo de Venecia, Venecia plateada al anochecer, Chubasco en Venecia, Venecia era toda de oro...— no pretenden aportar ningún tipo de información a sus creaciones conceptuales, sino atraer la atención del espectador, como si se tratara de un slogan de publicidad turística de la ciudad de la laguna.
Asimismo, como en todos los demás lienzos de la serie, en Venecia era toda de oro el pintor nos descubre la materialidad de la pintura a través de materiales poco ortodoxos. Se ha valido de una pintura alquídica dorada, aplicada en gruesas capas en relieve formando una espiral, para, como explicaba Lawrence Alloway en el texto del catálogo de la mencionada exposición neoyorquina, «dar a la superficie una solidez escultural». Por otra parte, con este diseño circular tosco, realizado en parte con los dedos, y con esa superficie brillante, que delata su imitación fraudulenta, el artista quiere hacer una burla de la ornamentación sofisticada del siglo XVIII, que, con sus superficies relucientes, pretendía remedar metales preciosos. Sobre este particular, el teórico Yve-Alain Bois comenta que «incluso el óleo, el material pictórico más noble... se convierte en sus manos en una pasta repugnante».
Además, la gran espiral dorada ha sido partida en dos por uno de sus característicos cortes hechos con cuchillo. Esta acción de ruptura del lienzo, de naturaleza gestual y conceptual, revela la preocupación constante de Fontana de ir más allá del mero objeto y descubrir el espacio posterior, y logra comunicar el plano anterior y posterior al tiempo que abre una vía de acceso al infinito.
Paloma Alarcó