Pintura sobre fondo blanco
La mayoría de las pinturas de Joan Miró fechadas entre 1925 y 1927 pierden el anterior papel descriptivo y se vuelven prácticamente monocromáticas. En unos amplios fondos de color azul, blanco, ocre o gris, sólo aparecen una serie de formas biomórficas ondulantes, creadas al dictado de sus sueños o impulsos espontáneos, que para Jacques Dupin marcaban «la última fase de sus pinturas oníricas» y para William Rubin eran un ejemplo de su «pintura automática». Como en otros cuadros similares, esta pequeña pintura puede ser interpretada de muchas maneras, al igual que un poema admite infinitas lecturas.
La bibliografía reciente sobre Miró ha puesto en cuestión el supuesto automatismo del artista y el carácter irracional, ingenuo y espontáneo de su pintura, ya que por regla general sus lienzos son transcripciones de dibujos o bocetos previos. Christopher Green explica que Miró tenía un doble proceso de trabajo: primero esbozaba de forma automática la imagen en un dibujo y más tarde la transfería cuidadosamente al lienzo. En el caso de Pintura sobre fondo blanco el artista sigue de un modo casi literal un dibujo que guarda la Fundació Joan Miró de Barcelona.
Paloma Alarcó