Retrato de una mujer
Entre los géneros que Giacomo Ceruti abordó a lo largo de su carrera los retratos ocupan un lugar destacado e importante de su actividad. Aunque sus representaciones son realistas y están bien planteadas, esta galería de efigies no ha despertado en la crítica el mismo interés que sus lienzos con tipos corrientes e indigentes. Entre los retratos que nos han llegado encontramos miembros influyentes de la sociedad, así como otros de carácter más popular, pintados sin concesión alguna al idealismo y con espontaneidad. Entre estas imágenes se han conservado tanto efigies femeninas como masculinas de las familias Fenaroli, Lechi, Avogadro, Cattaneo y Bargnani, entre otras. Ceruti suele enmarcar a sus clientes en óvalos similares a los de esta pareja de pinturas, y sus modelos aparecen girando la cabeza hacia el espectador, de más de medio cuerpo, sobre fondos lisos y, en algunas ocasiones, con simples decorados como una cortina o fragmentos arquitectónicos. Entre sus primeros retratos conocidos se encuentra el de una Joven de la familia Lechi, que ha tratado de identificarse con Maria Gertrude, en una colección privada en Brescia, o el del Giovanni Maria Fenaroli, también en una colección privada.
Esta pareja de retratos la dio a conocer Camillo Boselli en un artículo editado en 1954; ambos lienzos participaron doce años más tarde, en Milán, en la primera exposición que reunió trabajos inéditos del pintor. La pareja de óleos procede de la colección Martinengo en Brescia, de donde pasaron, en la misma ciudad, a la colección Barboglio, donde se localizan en 1953.Posteriormente formaron parte de otra colección privada hasta su subasta, en 1973, en Milán. En 1976 ingresaron, a través del comercio de arte, en la colección Thyssen-Bornemisza.
Estos dos retratos son un buen ejemplo de la retratística de Ceruti. En ambas telas, pintadas sobre un bastidor rectangular, el artista ha inscrito a sus modelos en óvalos y ha teñido las esquinas del soporte en un ocre rojizo; superficies estas que estarían ocultas por el diseño del marco original. Ceruti recorta las siluetas de sus clientes sobre una superficie lisa y oscura y proyecta sus débiles sombras a la derecha. La luz, las pálidas carnaciones y el colorido suave y claro de las ropas de los personajes son los elementos de los que se vale para resaltar las figuras. En el caso del hombre, llama la atención la postura elegida por el pintor, informal y despreocupada, ya que este joven aparece con el chaleco y la casaca desabrochados, con guantes amarillos, e introduce, indolente, su mano derecha entre sus ropas. En su rostro tanto la mirada como el gesto de la boca resultan expresivos y hablan de una moderada laxitud. Por lo que respecta a la mujer, la posición de sus manos es más elegante, aunque el semblante resulta más frío por su mirada. Perfectamente peinada, con el cabello recogido con pequeños adornos, parece que posa, al igual que su pareja, con una indumentaria informal, más propia del ámbito doméstico que de una ocasión social. Las pinturas han sido fechadas por Mina Gregori a principios de la década de 1740.
Mar Borobia