Mujer con sombrilla
A comienzos de 1913 Robert Delaunay, que ya había triunfado en varios Salones de la capital francesa, viajó a Berlín junto a sus amigos los poetas Apollinaire y Blaise Cendrars para participar en el Erster Deutscher Herbstsalon de la galería Der Sturm. En esta muestra, organizada por Herwarth Walden, presentó una Mujer con sombrilla que combinaba la fragmentación y superposición de planos del cubismo con la utilización del color, y que podría tratarse tanto de la obra del Museo Thyssen-Bornemisza como de otra versión del mismo tema de medidas similares que perteneció a la colección de Greta Garbo.
A partir de 1912 los seguidores del movimiento cubista fueron evolucionando desde sus comienzos monocromáticos hacia fórmulas más coloristas. Robert Delaunay fue uno de los primeros en reaccionar contra la monotonía cromática del cubismo analítico y en reivindicar la «pintura pura», así como la importancia del color en la práctica pictórica. El pintor francés, que nos dejó numerosos escritos sobre su propia obra y sobre su papel como pionero del arte moderno, escribía en 1913: «La línea es limitativa. El color da profundidad —una profundidad simultánea, no perspectiva, ni sucesiva—, así como forma y movimiento». Su lenguaje plástico colorista, al que une el principio de simultaneidad de los cubofuturistas, que Delaunay denominaría «contrastes simultáneos», fue calificado por Apollinaire como orfismo, o cubismo órfico. Esta fórmula plástica para representar el movimiento rítmico del mundo urbano según una nueva cultura visual, se basa en un procedimiento puramente óptico de la abstracción muy alejado de los planteamientos espiritualistas de Kandinsky o Kupka, pero cercano a las nociones de continuidad temporal de Bergson.
Aunque se encuentra entre los pioneros de la abstracción, Delaunay nunca abandonó del todo la percepción visual de la realidad explotando las posibilidades de lo que denominaba «la simultaneidad de la mirada». Cuando habla de simultaneidad de la mirada se refiere a la capacidad de movernos mientras miramos y por tanto a la capacidad de mirar en múltiples direcciones, lo que nos permite percibir una pluralidad de aspectos sincrónicamente. «La relación de la mirada con ese “espacio activo”, que es el espacio real de nuestra percepción —especifica Tomàs Llorens— implica una especie de ubicuidad», que Pascal Rousseau denominaría «vértigo de la mirada». En esto Delaunay se acerca a la visión retiniana del impresionismo que tanto denigraban los cubistas y a las teorías del color del teórico del siglo XIX Eugène Chevreul. No hay que olvidar que Robert comenzó su andadura artística dentro del impresionismo y que el propio título — Mujer con sombrilla— nos remite a ejemplos impresionistas de Monet o de Renoir, aunque existen afinidades aún mayores con las representaciones femeninas del expresionista alemán August Macke, con quien mantenía una estrecha relación a partir de su encuentro en París en 1912. Finalmente, el colorido y el diseño geométrico del vestido del personaje no pueden dejar de ponerse en relación con los diseños de Sonia, que vestía a la mujer moderna con geometrías de círculos de color.
Paloma Alarcó