Vidrio ahumado
Si Roy Lichtenstein agrandaba las imágenes sintéticas de las viñetas de los cómics y las reproducía a mano para explorar las complejas conexiones entre arte y cultura popular, James Rosenquist recomponía en su pintura la iconografía de la publicidad y los mass media para plasmar su modo de ver la vida moderna, plagada de nuevos productos y nuevas ofertas. Llegó a Nueva York en 1955 y se dio a conocer a raíz de su exposición individual en la Green Gallery en 1962, con unas obras dentro del entonces denominado nuevo realismo, que daría lugar al pop art. Su principal fuente de inspiración serían los anuncios publicados en las revistas, que, con su original lenguaje, modificaba y transformaba en críticas a la sociedad americana. Su método de trabajo, que consistía en crear imágenes a partir de otras imágenes, se inscribe de lleno dentro del pop, pero para él el contenido esencial surgía de la confrontación de los distintos fragmentos dentro de su pintura, como ocurría, por ejemplo, con el collage surrealista.
En la pintura de Rosenquist no siempre lo visible es tan fácilmente reconocible. A pesar de que sus pinturas incorporan objetos y personas reales reproducidos con un realismo casi fotográfico, éstos pierden literalidad debido al encuadre o al efecto zoom de su ángulo de visión. Su dedicación por un tiempo a pintar vallas publicitarias en Times Square influiría en el modo de representar imágenes extraordinariamente agrandadas. Vidrio ahumado, fechado en 1962, nos presenta un primer plano en grisalla de un fragmento de un rostro femenino fumando y un faro de coche de la marca Ford, el mismo modelo que aparece en su lienzo del año anterior Te amo con mi Ford. El protagonismo que adopta la boca femenina entreabierta, exhalando el humo del cigarrillo, es una mención explícita al uso de imágenes sexuales en los anuncios de tabaco como medio para fomentar el consumo.
Paloma Alarcó