Ninfa en una fuente (reverso: Pan persiguiendo a una ninfa)
Si bien en los primeros paisajes alpinos de pequeño formato del pintor suizo Arnold Böcklin se puede observar la influencia del alemán Caspar David Friedrich , las obras realizadas a partir de su primera estancia en Italia, en 1850, evolucionan hacia un romanticismo teñido de influencias clásicas cuyo creciente contenido alegórico desembocará en el simbolismo. En esos evocadores paisajes, cargados de símbolos, en los que habitan espíritus de los bosques o personajes sacados de la mitología clásica, el pintor deseaba representar las fuerzas internas de la naturaleza, sus temores y sus sueños. Por otra parte, aunque por lo general Böcklin estuvo más interesado por los aspectos literarios y los problemas técnicos desempeñaron un papel limitado en su obra, en Italia su paleta se aclara y su factura se vuelve más suelta, mientras que el conocimiento de la pintura pompeyana le lleva a experimentar con nuevas técnicas.
Esta Ninfa en una fuente, una obra pintada en Roma en 1855, es un estudio en pastel para el óleo Paisaje ideal con ninfa en una fuente. Nos muestra un frondoso paisaje, en el que, como ocurre en muchas de sus pinturas, se mezclan elementos reales e imaginarios. En medio de un bosque que rememora en cierto modo el realismo de Corot, aparece una ninfa recostada, mojando sus pies en una fuente. La misteriosa inclusión de un perro ladrando en el lateral derecho de la composición es considerada por Hans Holenweg como una nota humorística que introduce un elemento enigmático en la composición.
En el reverso del papel está representada una escena abocetada de Pan persiguiendo a una ninfa, en la que Böcklin capta el momento en que la irrupción del dios provoca una expresión de sorpresa en la ninfa, que intenta escaparse del raptor.
Paloma Alarcó