El griego de Esmirna (Nikos)
«Me gusta la idea de que sea posible inventar en pintura un personaje, una personalidad, de la misma forma que son capaces de hacerlo los novelistas», confesaba Kitaj. En El griego de Esmirna (Nikos) se evidencia especialmente la raíz literaria de su pintura, no sólo por tener como protagonistas a dos poetas, sino por representar una escena en la que se nos narra una historia. En el catálogo de su exposición en la Tate Gallery de Londres en 1994, el propio artista daba una breve explicación de esta obra: «Este retrato de mi amigo Nikos Stangos estaba inspirado en su compatriota el poeta griego Kavafis y en sus descripciones sobre su paseo diario por los burdeles del puerto de Alejandría. Yo acababa de volver a Londres de mi único viaje a Grecia, que duró muy pocos días, y entonces él posó para mí en esa actitud de paseante. Le conté a Stangos mi extraño y no consumado vagar por el puerto de El Pireo, imitando a Kavafis. Por tanto, el cuadro se refiere a los dos poetas y a mí mismo».
Como casi todos los personajes de Kitaj, la figura principal de la composición ha sido pintada del natural. Situado en primer término, el poeta y editor griego residente en Londres, Nikos Stangos, que como hemos visto adopta el papel del poeta homosexual Constantin Kavafis (cuya obra Stangos había traducido al inglés), pasea indiferente por delante de una prostituta apostada en la puerta de un burdel. En su interior se ve una escalera por la que baja un personaje con aire distraído, o satisfecho, en el que se autorretrata el propio Kitaj, quizás para demostrarnos que su pintura se basa siempre en una experiencia personal.
Marco Livingstone cuenta que Kitaj, que plasmó con gran veracidad en su obra experiencias personales de su vida, tuvo que leer con cierto asombro cómo su vida privada servía de fuente de inspiración para el personaje principal de El teatro de Sabbath, la novela que su gran amigo el escritor americano Philip Roth publicó en 1996. En ella se narra la historia de un titiritero fracasado, cuyas peripecias de juventud en los burdeles responden literalmente a las confidencias que Kitaj había hecho a Roth sobre sus experiencias sexuales de la adolescencia. Cuando el protagonista, Sabbath, relata su dolor por la pérdida de su amante, Roth transcribe conversaciones que Kitaj había mantenido con él tras la muerte de su propia compañera. Así, Kitaj, un artista que quería «inventar un personaje, una personalidad» en su pintura como eran «capaces de hacerlo los novelistas», se convertía él mismo en protagonista de una novela sobre el amor y la muerte, una novela en la que la búsqueda desesperada de sexo no es otra cosa que una manera de combatir la angustia de la muerte.
Paloma Alarcó