Frances, condesa de Dartmouth
Frances, condesa de Dartmouth llegó a la colección Thyssen-Bornemisza en 1977 a través del comercio de arte británico. El lienzo fue una adquisición de Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza y, junto con otras pinturas de la Colección, especialmente italianas de los siglos XVII y XVIII, decoró una de las estancias de la residencia de los barones en Inglaterra, en Daylesford House. La compra de este óleo, al igual que otros procedentes de subastas o galerías, se acompañó de información adicional sobre su procedencia e historia. En este caso el escueto informe que se adjuntó incorporó la fecha de la pintura a la vez que localizaba la tela en la colección del earl of Feversham. En relación con este propietario añadía que la pintura había sido prestada para la muestra celebrada en Manchester, Art Treasures of the United Kingdom, de 1857, y que en 1927 estaba en Leggatt Brothers. Respecto a la bibliografía reseñaba su presencia en las monografías de Walter Armstrong, editada en 1900, y de Waterhouse, de 1941.
Frances Legge, condesa de Dartmouth (1733-1805), era hija de sir Charles Gunter-Nicoll y Elizabeth Blundell. Frances había contraído matrimonio justo un año antes de la fecha de este lienzo, en 1755, con el segundo earl of Dartmouth. Del carácter y personalidad de la joven condesa nos ha llegado un testimonio en el que la describe como una mujer agraciada, que había sido muy bien educada y que tenía buen humor.
Reynolds retrató a esta mujer unos pocos años después de regresar de Italia y tras establecerse definitivamente, en 1753, en Londres. En esa década empezó a hacerse un sitio dentro del panorama artístico y a labrarse una distinguida clientela a la que representó adaptando la lección aprendida en su viaje de formación. En sus retratos aplicó el gran estilo: recreaciones basadas en la Antigüedad y en el Renacimiento que combinó con las características propias del género.
La condesa de Dartmouth posa vestida como una emperatriz, con un traje rojo escotado, ribeteado en piel y con gran profusión de joyas en el cuello, pecho y frente de la prenda. El fondo que el pintor ha elegido es sobrio, aunque en su oscuridad se distingue el respaldo y brazo de un gran sillón a la izquierda y, a la derecha, parte de una arquitectura. La delicada piel de la joven, de una palidez extrema, hace juego con los remates blancos del vestido y con los encajes del escote que apenas pueden distinguirse de su epidermis. Su cuerpo y su rostro, con las mejillas fuertemente resaltadas por el colorete, optan por una posición frontal desde donde dirige al espectador una mirada abstraída.
El nombre de la condesa de Dartmouth está anotado en el Pocket Book del artista, donde figuran varias citas con la dama, alguna anulación y una copia de la pintura.
Mar Borobia