La Adoración de los Reyes
Cuando en 1919 La Adoración de los Reyes salió a subasta en la galería Helbing de Múnich se presentó como una pintura «a la manera de Taddeo Gaddi». Esta atribución fue modificada en 1924 por Perkins, que la publicó en Rassegna d’Arte Senese como obra de Luca di Tommè. La autoría de la tabla no se ha cuestionado desde ese artículo, sin embargo, no ha sucedido lo mismo con el periodo artístico al que corresponde el temple.
Luca di Tommè fue uno de los maestros sieneses más importantes de los últimos años del siglo XIV. Su nombre aparece en una serie de documentos en Siena donde está registrado en su cofradía de pintores en 1356. Luca di Tommè colaboró con pintores como Niccolò di Ser Sozzo, con quien firmó un políptico que se conserva en la Pinacoteca Nazionale de esa ciudad italiana. La última referencia escrita de la que se dispone es de 1389, momento en que se menciona un pago para un altar en la capilla Calzolai del Duomo de Siena.
Esta pintura formó parte de la predellade un altar de la que Meiss, en 1963, identificó su tabla central con La Crucifixión conservada en el Fine Arts Museum de San Francisco. Meiss, para establecer esta conexión, estudió, además de las características estilísticas, el formato y detalles en relación con el trabajo del oro en los nimbos y en los bordes de la pintura. En 1979, Cristina de Benedictis añadió a este banco de altar dos escenas más conservadas en colecciones privadas, La Natividad y La Presentación, sin figurar en su análisis ninguna reproducción fotográfica con la que se pudiera valorar visualmente el resultado de su investigación. La primera reconstrucción fotográfica con esta predela la realizó Gaudenz Freuler para el catálogo de la exposición «Manifestatori delle Cose Miracolose», proyecto en el que participó la pintura. Freuler, además, propuso temas como el Descanso en la huida a Egipto o la Matanza de los inocentes para cerrar el ciclo y el banco de altar en su lado derecho.
Luca di Tommè ocupa prácticamente todo el espacio con su composición y relega el oro al fondo y a detalles de tipo decorativo, como son los nimbos, los vestidos y las coronas de los Reyes. María aparece en una postura inusual, ya que, como la Virgen de la Humildad, se sienta sobre un inmenso cojín para acercar al Niño, que bendice con una mano, al anciano Melchor, que en señal de respeto ha dejado su corona en el suelo. También es interesante la estructura que Luca di Tommè ha elegido para el pesebre, una gruta perfectamente horadada cuya entrada ha protegido con un tejadillo a doble vertiente. En el vano ha colocado a un curioso san José, que participa en la escena para sostener el regalo de Melchor y cuyo interior mira con atención. Gaspar y Baltasar, a la izquierda, seguidos de dos camellos con sus conductores, junto con dos ángeles a la derecha, completan esta atractiva Adoración inspirada en una composición de Pietro Lorenzetti.
Mar Borobia