Muchacho con turbante y un ramillete de flores
Sweerts, además de las pinturas donde aparecen tipos populares y escenas callejeras inspiradas en la ciudad de Roma, realizó ocasionalmente retratos y pintó una serie de figuras de medio cuerpo o de busto de jóvenes, niños y ancianos. Estas figuras se presentan sobre un fondo oscuro y neutro, girando la cabeza a un lado y recibiendo la iluminación de un foco colocado a la izquierda. Entre los ejemplos más bellos del pintor se encuentra el Niño con un sombrero del Wadsworth Atheneum de Hartford.
Sin pertenecer totalmente a este grupo de pinturas, pero con un tratamiento de la luz y del volumen aprendido en Italia, se encuentra este lienzo con la representación de un muchacho. Esta obra se dio a conocer al público y a la crítica en la exposición titulada Artists in Seventeenth-Century Rome, que se celebró en Londres en 1955. El óleo fue entonces catalogado como obra de Sweerts y se ha considerado desde ese momento como una de sus pinturas más afortunadas. Anteriormente estuvo atribuido, en algún momento, según una etiqueta adherida a su reverso, al pintor Francesco de Rosa.
El cuadro apareció por primera vez en Roma, hacia 1955, en la colección de Andrea Burisi Vici, y Gaskell mencionó la sugerente posibilidad de que hubiera pertenecido a la colección Barberini. Esta hipótesis la basó en el tipo de marco que lleva la pintura, característico de esta colección, y en el fragmento de una antigua etiqueta de un inventario de la misma adherido a su reverso. Sin embargo, este autor no pudo identificar el óleo en los inventarios del siglo XVII de esta colección. Después de pasar por dos subastas en Londres y por dos colecciones privadas, el lienzo fue adquirido en 1981, integrándose en la colección Thyssen-Bornemisza.
La tela se ha inscrito dentro del grupo de pinturas que el artista realizó a finales de su periodo de Ámsterdam. El tema del cuadro y el sexo de su figura han sido objeto de diversas interpretaciones. Los rasgos suaves del rostro, de perfiles delicados, junto con el turbante, que esconde el cabello, no ayudaron en principio a determinar el título del óleo, que era denominado Figura con turbante; sólo en 1958, con motivo de la participación de la obra en una exposición monográfica dedicada al pintor en Rotterdam, se describió la figura como de un muchacho, interpretación que se mantiene en la actualidad.
El hecho de que el joven sostenga en la mano un ramillete con flores ha llevado a pensar que sea una representación del sentido del olfato. En la obra de Sweerts existen dos series dispersas donde el artista ilustró el ciclo de los cinco sentidos. En una de ellas, de formato similar al de nuestro lienzo, cinco figuras masculinas, vestidas con ropas exóticas, sostienen en su mano objetos y animales relacionados con los sentidos. En la segunda, de tamaño más pequeño e incompleta, son niños los que simbolizan los sentidos mediante una candela apagada, una partitura de música o un dedo vendado debido a una pequeña herida. Ninguna de las obras atribuidas o conocidas de Sweerts emparejaría con este lienzo del Museo Thyssen-Bornemisza iniciando una tercera serie. Sin embargo, objetos como flores, hortalizas olorosas y otras materias perfumadas se han empleado tradicionalmente en la pintura para establecer una relación con el sentido del olfato. A esta teoría se contrapone una segunda en la que el ramillete simplemente se considera un componente decorativo.
La pintura fue fechada por Mahon y Sutton a finales de la estancia del pintor en Italia, aproximadamente hacia 1654. Esta datación no ha sido compartida ni por Gaskell ni por Kultzen, quien ha situado la ejecución del lienzo a finales de la década de 1650, comentándolo en el capítulo dedicado a los retratos, aunque no descarta una interpretación alegórica del tema.
La imagen de este muchacho es de una fuerte plasticidad, por su modelado y por la combinación de colores que Sweerts eligió para sus ropas. El artista contrasta la gran mancha azul del manto, pintada de forma muy gráfica por la manera en que se aplica el color y por la construcción de los pliegues, con el amarillo pálido del turbante, el blanco inmaculado de la camisa y el rojo que usa para el ramillete de flores y el fajín. El virtuosismo que desarrolla en el accesorio oriental, en la composición y en la volumetría de la figura hacen de este lienzo una de las obras más conseguidas del artista.
Mar Borobia