Una visita a Londres (Robert Creeley y Robert Duncan)
Ronald Brooks Kitaj, un judío estadounidense que residió en Londres la mayor parte de su vida, fue un artista controvertido, incluso maldito, que siempre trabajó a contrapelo de su época. Aunque en sus comienzos se convirtió en uno de los pioneros del pop británico, y en 1976 fue quien propuso la denominación de Escuela de Londres para englobar a ese grupo de amigos preocupados por plasmar pictóricamente la observación del ser humano, por lo general se mantuvo al margen, incluso en contra, de cualquier moda o tendencia artística. Su intención era comprender su tiempo a través de la gran tradición histórica de la pintura y siempre adoptó una actitud crítica ante las fórmulas de la modernidad y las posturas que defendían el arte por el arte. Como la pintura de Bacon, Auerbach o Freud, la obra de Kitaj se centra en la representación de la figura humana, pero en su caso siempre se ve envuelta en un trasfondo literario. Además, Kitaj siempre expresó su convicción de que existía una conexión entre las imágenes y las ideas, y por ello sus pinturas se convierten en una especie de collage de imágenes que transmiten significados diversos.
En los primeros años setenta, Kitaj instaló su estudio en Queensbury Park, enfrente del Victoria and Albert Museum, y comenzó a pintar en lienzos alargados, de gran formato, que le permitían representar figuras de cuerpo entero. Fue también entonces cuando descubrió en su naturaleza judía una nueva narrativa redentora, y en la figura del judío moderno una metáfora de la condición humana. Una visita a Londres (Robert Creeley y Robert Duncan), de 1977, forma parte de un conjunto de retratos dobles de la segunda mitad de los setenta. El retrato, una grisalla de gran tamaño, fue pintado del natural con motivo de una visita a la casa del pintor en Londres de sus amigos Robert Creeley y Robert Duncan. Estos dos poetas norteamericanos, pertenecientes al grupo del Black Mountain College y editores de la Black Mountain Review, bajo la protección del gran erudito Charles Olson, se habían convertido en el principal vínculo del pintor con la intelectualidad californiana y neoyorquina. Duncan aparece recostado en un sillón en la parte inferior del cuadro, con los brazos cruzados y la mirada perdida, y Creeley, con su inseparable gorro de lana, al fondo sentado con las manos apoyadas sobre una mesa. Como en todos sus retratos, en su mayoría de escritores, artistas e intelectuales, Kitaj investiga sobre las relaciones entre lo visual y lo poético a través de una sutil mezcolanza de imágenes fotográficas, referencias a sus propias experiencias vitales o alusiones a la literatura y a la cultura popular.
Paloma Alarcó