El edificio Shell en construcción, visto desde el Támesis
Los componentes de la Escuela de Londres compartieron un mismo interés por el contenido figurativo de la pintura, a lo que Frank Auerbach agregó un lenguaje plástico vinculado a la abstracción matérica. En una entrevista radiofónica con Richard Cork, afirmaba: «No desapruebo la abstracción [pues] toda la pintura es abstracción». Como manifestaba en 1955 el crítico David Sylvester, la diferencia más obvia entre el arte de la segunda mitad del siglo y el arte del periodo de entreguerras era que «las superficies rugosas [habían] sustituido a las lisas y que los contornos precisos habían sido reemplazados por las formas irregulares e imperfectas». Además, esa transformación reflejaba también un cambio en toda la orientación del arte: de la anterior aspiración al orden y la despersonalización al anhelo de libertad y singularidad.
Esta lúgubre imagen de El edificio Shell en construcción, visto desde el Támesis, pintado en 1959, una de las dos pinturas de Auerbach pertenecientes a la colección del Museo Thyssen-Bornemisza, es una representación del profundo socavón excavado para el rascacielos de la compañía Shell, del que Auerbach realizó numerosos apuntes del natural. La composición es un claro ejemplo de su interés por transformar una escena cotidiana en pintura exclusivamente a través de la forma y el color, un color casi monocromático, aplicado con una factura muy rápida y empastada. Este modo de convertir un motivo tan inusual y hasta poco atrayente en argumento pictórico es su forma de simbolizar a través de la pintura la relación del hombre con los materiales con los que construye el mundo. Así pues la esencia misma de la pintura reside para Auerbach en el propio proceso de la creación, en su lucha por definir plásticamente su asimilación interna de las apariencias externas. «Mientras estoy pintando —declaraba— he tenido otro millar de sensaciones diferentes a la que he registrado finalmente. No considero que la pintura esté terminada hasta que la encuentro trabada geométricamente en una forma que no había previsto».
Paloma Alarcó