Calle de Ruán
Calle de Ruán es uno de los más ambiciosos paisajes —y de mayor formato— de los pintados por Gauguin durante su estancia en esta localidad del noroeste de Francia entre enero y noviembre de 1884. En ese periodo, en el que dejó de ser un pintor amateur y comenzó a dedicarse de forma plena a la pintura, Gauguin realizó numerosos paisajes y algunos retratos y naturalezas muertas. Pintado con un estilo impresionista, de pinceladas discontinuas aplicadas con toques muy uniformes, en el que aún se aprecian deudas de Cézanne y Pissarro, representa una solitaria calle de las afueras y no un paisaje puramente campestre como puede parecer a primera vista. Según recoge el reciente catálogo razonado de Daniel Wildenstein, los árboles de la derecha de la composición podrían identificarse con los del cementerio monumental de Ruán, situado muy cerca de los barrios de Bihorel y de Sapins, donde residía el artista.
El tratamiento en perspectiva de caminos y calles era, en 1884, uno de los motivos fundamentales del impresionismo pero, tal y como señala Ronald Pickvance, «Gauguin introduce una provocativa variante al utilizar este tema con un brusco giro en la carretera que diluye la inevitable curva en el final de la composición, permitiendo así cerrar el espacio del fondo». A ese punto de fuga están anclados los grandes chopos, que hacen de contrapunto vertical de la acentuada línea oblicua del camino y junto a los que se puede entrever un grupo de casas. Según ha apuntado Guillermo Solana, esta manera de «(no) mirar la ciudad desde el campo» le sirve a Gauguin para acentuar la soledad bucólica de esa figura femenina de espaldas, el único personaje de la escena. Este modo de evocar la soledad a través del tratamiento del paisaje, sobre todo en el gran espacio abierto del primer plano, es interpretado por Sarah Whitfield como un primer paso hacia la pintura más expresiva y simbolista de los años posteriores.
Por su tamaño, por su temática y por su estilo, es bastante creíble la hipótesis de que se trate del cuadro que Gauguin expuso en la octava y última exposición impresionista de 1886 con el título de Camino de Ruán. Gauguin presentó diecinueve pinturas y un pequeño relieve que había regalado a Pissarro en 1882. La crítica reaccionó con bastante indiferencia ante las obras del pintor, aunque aparecieron algunas menciones a su trabajo, como la del crítico Gustave Geffroy, que escribía: «M. Gauguin ha expuesto diecinueve telas entre las que hay algunas naturalezas muertas, pero sobre todo paisajes. Ha elaborado sauces, pequeñas charcas, alrededores de granjas, caminos, y ha bosquejado una vista de Ruán. Hay una gran consistencia en la mayor parte de estos estudios y la armonía es el efecto dominante».
Paloma Alarcó