Plaza de la Merced, Ronda
Después de viajar por el norte de Europa durante el verano de 1910, Childe Hassam y su esposa se dirigieron a España y el artista estuvo pintando en Madrid, Toledo, Córdoba, Sevilla y Ronda antes de partir de Gibraltar con destino a América a finales de octubre o principios de noviembre. Posteriormente Hassam comentaría que uno de los motivos de aquel viaje había sido que «nunca había pintado óleos en España». Los óleos, pasteles y acuarelas que Hassam hizo durante su viaje a Europa se expusieron en las Montross Galleries de Nueva York al año siguiente. Aunque un comentarista publicó una crítica muy favorable en el Newark Evening News, afirmando que cada uno de los cuadros de la que, según él, era «la exposición de pintura más importante que jamás se ha celebrado en este país», era una obra maestra, otros críticos opinaron que la muestra ponía de manifiesto la desigual calidad de la obra de Hassam. Sin embargo, los seis óleos españoles, que la prensa bautizó como «la serie española», fueron unánimemente alabados.
Mientras un crítico consideraba que en la serie española «la fuerte luz y el intenso azul del cielo recuerdan los atrevidos planteamientos de los pintores jóvenes de París», la mayoría de los comentaristas opinaban que, aunque las obras tenían una luz radiante, ofrecían «un colorido discreto», o eran «delicadas y tiernas». Decían que los cuadros españoles de Hassam eran «retratos de lugares» simples y directos. Las escenas eran artísticas, no teatrales: reflejaban una delicada selección y no constituían un estridente alarde de pinceladas; en ellas se trataba de huir de la imagen romántica de España que prevalecía en los cuadros de Édouard Manet y en las obras de Théopile Gautier.
Los críticos señalaron -tal vez con excesiva premura- que las escenas de Hassam no reflejaban influencia alguna de los dos pintores españoles contemporáneos más importantes: Fortuny y Sorolla. El New-York Daily Tribune publicó que Hassam no sólo había evitado convertir el pintoresquismo español en romántica teatralidad, sino que además se había librado «del efecto entrecortado, del agudo contraste de luces y sombras al que, imitando una etapa del arte de Fortuny, ha recurrido con absurda insistencia una generación de pintores hábiles sin más». «El Sr. Hassam es mucho más que un pintor hábil», podía leerse, «y sus temas españoles tienen mucho valor». The New York Sun tampoco reconocía ninguna influencia del arte español: «Era de suponer que no adoptaría los modelos de Sorolla. A pesar de su profunda admiración por el señor Bastida (à la main gauche), el Sr. Hassam no es esa clase de impresionista». No obstante, el Newark Evening News comentó con orgullo que cuando Sorolla visitó la exposición de las Montross Galleries, emitió un favorable «très bien» después de haber visto los cuadros españoles de Hassam.
De las seis obras de la «serie española», dos tenían como tema Ronda: La Merced, Ronda, 1910 (Nueva York, The Hispanic Society of America), y el cuadro que nos ocupa: Plaza de la Merced, Ronda. No cabe duda de que Hassam y su esposa se hospedaron en el Hotel de Ronda, un establecimiento económico regentado por unos ingleses y situado enfrente de la iglesia de la Merced, al otro lado de una plaza con árboles. El hotel se hallaba en el Mercadillo, barrio nuevo de Ronda, levantado básicamente en el siglo XVIII y caracterizado por sus balcones y sus edificios enjalbegados. Es posible que Hassam pintara la iglesia y los edificios de la parte derecha de la Plaza de la Merced desde la ventana de su habitación de hotel. Al artista siempre le gustaba situarse en un lugar elevado para pintar un paisaje, tanto si estaba en Boston como en Nueva York, en París o en España.
Horatio Seymour Rubens, que Hassam recordaba cariñosamente como «gran coleccionista de pintura norteamericana», adquirió este cuadro del artista. Al morir, Rubens, que había sido consejero de la junta cubana que le declaró la guerra a España, poseía cuadros de Hassam y retratos de Stuart y Sargent, así como de los pintores ingleses Raeburn, Lawrence y Gainsborough, además de una importante colección de objetos orientales. Cuando Rubens adquirió el cuadro a través de las Milch Galleries de Nueva York, se llamaba Escena callejera, Ronda, España.
Kenneth W. Maddox