La merienda campestre
La merienda campestre fue un tema popular en el arte norteamericano, desde Merienda campestre de Thomas Cole, 1846 (Nueva York, The Brooklyn Museum of Art) hasta Merienda campestre en Bedford Hills de Florine Stettheimer, 1918 (Philadelphia, PA, Pennsylvania Academy of the Fine Arts). Para el norteamericano del siglo XIX, la merienda campestre ofrecía un entorno social menos encorsetado por las estructuras de la moralidad victoriana; para el norteamericano del siglo XX, combinaba las comodidades de la vida urbana, como a menudo se pone de manifiesto en el despliegue de selectos manjares, con la sensación de salud y bienestar que va asociada con el aire libre.
Esta Merienda campestre, con su grupo de gozosos participantes, es relativamente excepcional en Metcalf, que ha sido definido como autor de «paisajes puros en los que sólo de vez en cuando aparece la más leve sugerencia de una figura». Con su telón de difuminados árboles en último plano, a través de los cuales se vislumbra el paisaje en la lejanía, el cuadro evoca tanto La pantalla dorada, 1906 (Washington DC, Freer Gallery of Art, Smithsonian Institution) como Cornejo en flor, 1906 (colección particular). Mientras que las obras que Metcalf pintó entre 1905 y 1906 hacen gala de una «alegría muy particular» que se «expresa rotundamente en los brotes que florecen con profusión», en esta Merienda campestre, con su gama de colorido otoñal, se insinúa un sentimiento de melancolía. La merienda, actividad social repleta de camaradería, está aquí representada por una serie de personajes que aparecen aislados e incomunicados. El claro del bosque iluminado por el sol está vacío, y los excursionistas quedan relegados a los bordes del cuadro, en tanto que la figura central se enfrenta al espectador con mirada perdida. Por ello, al igual que Catherine Beach Ely, nos preguntamos: «¿Será inherente al artista o a la escena que éste ha creado esa melancólica cualidad vagamente teñida de tristeza que parece emanar de sus cuadros?».
Metcalf pintó este lienzo poco después de una época traumática de su vida. En 1906 había logrado su primer éxito económico de consideración como pintor. Pero al año siguiente, durante su estancia en la colonia de artistas de Old Lyme, se comportó de manera poco sociable, recluyéndose en su cuarto, al darse cuenta de que su esposa estaba en relaciones con Robert Nisbet, que había sido alumno suyo. La pareja se fugó en julio, cosa que provocó un gran escándalo que obligó a Metcalf a marcharse de Old Lyme. El artista, abrumado por el incidente, dejó la colonia y se fue a Nueva Inglaterra, donde pasó el resto del verano. En septiembre regresó a Old Lyme, y fue probablemente allí donde pintó esta Merienda campestre.
A Metcalf se le considera como el único impresionista norteamericano que captó la esencia del paisaje americano. Tal vez esto se deba a sus inicios como discípulo de George Loring Brown, quien al parecer enseñó a Metcalf «la importancia del estudio minucioso de las formas de los árboles, los brotes y la propia tierra, los volúmenes y la distinta densidad de las nubes, la estructura, en definitiva, del mundo visible». Los paisajes de Nueva Inglaterra creados por Metcalf se han comparado a menudo con los poemas del escritor norteamericano Robert Frost. En su panegírico del artista, Royal Cortissoz ofrece un agudo análisis de este aspecto de sus paisajes. Según él, Metcalf pintaba «con profunda simpatía. No era un soñador. Jamás poetizaba el tema. Pero pulsaba el alma de la escena que se proponía recrear con sensibilidad y penetración. [...] Lo que hacía no era simplemente retratar un lugar, sino interpretarlo de tal modo que desvelaba la esencia de nuestra tierra en cualquier lugar ».
Kenneth W. Maddox