Las estampas
Las estampas es seguramente una de las obras más ambiciosas realizadas por Manguin en 1905. La complejidad de la composición no es aparente a primera vista. Dos mujeres sentadas en una banqueta o una cama estrecha, una vestida y otra desnuda, contemplan un libro de estampas de color en un interior suntuosamente tapizado; Manguin ha compuesto la escena sentándolas en posturas enfrentadas. Para que el libro sea el foco común de atención, las dos tienen que girar sus cuerpos y cabezas; la torsión es más pronunciada en la figura desnuda, vista de espaldas y con la cara de perfil. Las dos figuras representan a la misma modelo: Jeanne, la mujer del artista.
Desde Mujeres de Argel de Delacroix, una composición con mujeres sentadas en un interior suponía inevitablemente un reto para un pintor francés, especialmente si, como ocurría en el caso de Manguin, era lector atento (y amigo) de Paul Signac. Sin embargo, la composición de Las estampas, sin ignorar el precedente de Delacroix, responde a estímulos más próximos en el tiempo, sobre todo el de Matisse. Después del escándalo de la sala de los fauves en el Salon d'Automne, Matisse había alquilado un estudio en la rue de Sèvres y empezado a trabajar en lo que acabaría siendo La alegría de vivir. Las estampas muestra preocupaciones próximas a las que presiden la pintura de Matisse en ese otoño en el que Manguin estaba muy próximo a él. Muestra también, a través de Matisse, una aproximación a Ingres, cuya retrospectiva (68 obras) en el mismo Salon d'Automne de la polémica había constituido una revelación para los jóvenes vanguardistas y el principal estímulo para el inicio de La alegría de vivir. El desnudo de Las estampas deriva claramente del de la figura con cítara, vista de espaldas, que puede verse en el primer término de El baño turco, y que es a, su vez, una transposición de un arquetipo cuyo primer ejemplo es la célebre Bañista Valpinçon, del Musée du Louvre. Sin embargo, en la derivación de Ingres, más importantes que las citas de figuras aisladas, son los aspectos compositivos y espaciales de Las estampas: la exageración de las deformaciones en los escorzos, y la ambigüedad espacial en la interacción de los cuerpos para producir un efecto de profundidad sin perspectiva son rasgos estilísticos que Matisse y Manguin descubren en el autor de El baño turco.
Hasta aquí las afinidades entre Manguin y Matisse en el otoño de 1905. A partir de aquí Las estampas muestran también el comienzo de una profunda divergencia. Su síntoma más evidente lo constituye el peso que en la obra de Manguin ejerce Gauguin. El desnudo de espaldas, que he comentado más arriba, además de estar endeudado con Ingres, recuerda claramente a Gauguin, especialmente su desnudo de La mujer del mar (Vahine no te miti), de 1892, un cuadro incluido en la exposición Gauguin de Durand-Ruel de 1893, que tanto había impresionado a Matisse y Manguin cuando estaban en la Académie Moreau. El tema mismo de las dos mujeres sentadas en posturas contrapuestas aparece frecuentemente en el Gauguin de Tahití, con un efecto sobre la construcción del espacio pictórico muy parecido al que Manguin busca en Las estampas. La influencia de Gauguin pesa también en la gama de color, en la manera de dar las luces y las sombras de las figuras de las mujeres por medio de contrastes cromáticos, o en el fondo de telas cuyos arabescos, tornasoles y reflejos flotando en el espacio evocan, con eficacia proustiana, una atmósfera de intimidad.
Finalmente, el tema de Las estampas, hace pensar en Bonnard y Vuillard, Nathanson y La Revue Blanche, o en Degas, en unas actitudes que alían la modernidad a un sensualismo radical e intransigente. No es de extrañar que, nutrido de un pasado pictórico tan próximo y rico, Manguin se negara a seguir a Matisse en el camino de desmaterialización y violencia que el maestro de Cateau-Cambresis iba a emprender a partir del año siguiente.
Tomàs Llorens