Camino de Sirga cerca de Overschie
Tras una época difícil que optó por pasar en su país de origen, Jongkind, que regresa a Francia en 1860, inicia una fase de gran creatividad. Frecuenta las costas de Normandía y allí se encuentra con Boudin y Monet. Trabaja y pinta en París y también compone, de memoria o a partir de apuntes de línea, temas holandeses a los que permanecerá fiel durante toda su vida.
Este camino de sirga, situado cerca de Overschie a juzgar por la silueta del campanario de la iglesia, a la izquierda del lienzo, es un tema que el artista ya ha representado anteriormente, por ejemplo en el Camino de sirga cerca de La Haya, de 1859, cuya composición guarda muchas semejanzas con ésta.
El 27 de febrero de 1865, el artista le confía al marchante Beugniet: «Acabo de terminar para usted el cuadrito Efecto de luna. Canal de Overschie cerca de Rotterdam, Holanda». Seguramente se trate de esta obra.
En 1865, Jongkind pinta vistas de Holanda, vistas de París (Bercy, boulevard Jourdan, canal del Ourcq, el bajo Meudon.) y vistas de Honfleur donde pasa parte del verano. En la mayoría de estos cuadros, domina la misma composición, que es la que el artista elige para el Camino de sirga cerca de Overschie. El paisaje ocupa el tercio inferior del lienzo y el cielo los dos tercios superiores. En el paisaje, el espacio se divide en franjas que convergen hacia un punto de fuga situado en este caso a la izquierda. Esta estructuración del espacio es una herencia de la pintura holandesa, que Jongkind ha conocido durante su formación con Andreas Schelfhout. Para dar cierto relieve a estas franjas convergentes, Jongkind distribuye formas verticales más o menos elevadas: unos árboles en línea decreciente a la derecha y el campanario de Overschie a la izquierda. Entre estas líneas dinámicas se establece un equilibrio denso y sólido que rompe la fluidez del cielo y del agua, en la que se refleja la luna.
Esta composición del espacio es una constante en sus obras, que a veces se convierte en una obsesión. Una vista de Delft de 1844 adopta ya esta división, que reparte las zonas convergentes entre tierra y agua, como en el Camino de sirga cerca de Overschie. En Honfleur, Jongkind representa en varias ocasiones los muelles y el malecón con una composición a menudo muy semejante a la que acabamos de describir. Dicha división del espacio vuelve a presentarse en las vistas del canal del Ourcq en París... Los ejemplos son múltiples. La otra constante en su obra es la semejanza de los formatos que utiliza para sus cuadros, como es el caso del Camino de sirga cerca de Overschie. Esta repetición podría resultar monótona, pero lo evita la magia que desprenden muchas de las obras de Jongkind. Esta pintura es un espléndido exponente de ello.
La mirada se dirige hacia el fulgor argénteo de la luna y de su reflejo en el agua: salpica a la izquierda, en una línea de luz, la superficie fluida cerca de la iglesia de Overschie y, a la derecha, el personaje que se inclina sobre el río desde la orilla (¿una lavandera?).
En la unión del cielo y del paisaje, un halo de claridad permite que las siluetas de los árboles y de la iglesia se recorten como sombras, lo que realza su presencia.
El cielo, ejecutado de forma muy somera, como al gouache, con grandes pinceladas muy visibles, contrasta con el paisaje denso, construido mediante toques nerviosos y cortos, a veces muy cargados de materia pictórica. Pero esta densidad es sólo aparente, porque la pintura no está aplicada de manera uniforme sobre el lienzo. Jonkgind deja aparecer muy frecuentemente la propia trama de la tela, lo que confiere al cuadro respiros que realzan la grafía del artista. El ojo no percibe a primera vista la calidad de la obra, sino que ésta se adivina y va descifrándose poco a poco, suscitando emoción.
Anne-Marie Bergeret-Gourbin