El lago de Starnberg
1911
Óleo sobre lienzo.
40 x 50,2 cm
Colección Carmen Thyssen
Nº INV. (
CTB.1998.64
)
No expuesta
En el año 1907, Trübner inició su serie de cuadros de las terrazas y riberas del lago Starnberg, en Múnich. Se trata de representaciones brillantes de un apacible escenario natural, ejecutadas con una gran sensibilidad creadora para la naturaleza. En ellas se aúnan la riqueza cromática, un simplísimo trazado de líneas y poderosos efectos espaciales, dando como resultado obras a veces bastante audaces.
Este pequeño estudio del lago Starnberg fue ejecutado en el año 1911 y, en comparación con el Parque del Palacio de Lichtenberg, se hace evidente la evolución desde un tono aún pictórico hacia una aplicación modeladora del color de fuerte carácter constructivo, desde las armonías recubiertas, vibrantes y dinámicas hacia una unidad más penetrante y más severa en lo que respecta al color. En Lago Starnberg la modulación de los colores ha desplazado a la modulación de tonalidades del Parque del Palacio de Lichtenberg. Los cuadros son ahora más luminosos y al mismo tiempo se han simplificado, cobrando un carácter espacial más marcado. La paleta cromática sigue en la sintonía de verdes, azules y amarillos/marrones. Pero no sólo se pone de manifiesto que los tonos son ahora más claros, sino también resulta evidente una simplificación del estilo y una mayor energía del color.
Lago Starnberg está dividido entre una tranquila mitad derecha, en la que todo, praderas y agua, se ha tratado con amplias capas de pinceladas de la máxima sencillez y serenidad, y un lado izquierdo, con las tres hayas otoñales. Si se hace abstracción de los árboles, queda una estricta estructuración en líneas paralelas: franjas de pradera, camino, pradera, agua, la otra ribera, el cielo. Algunas representaciones del lago de Starnberg están estructuradas únicamente con estas franjas y recuerdan el paralelismo presente en los paisajes que el suizo Ferdinand Hodler realizó aproximadamente en esa misma época. Pero la comparación también revela de inmediato la evidente diferencia: las obras de Trübner, contrariamente a las de Hodler, no pretenden simbolizar nada ni remitir a algo oculto. Las obras de Trübner son, como en su juventud, «pura pintura», aunque a lo largo de su evolución artística hayan ido cambiando los medios estilísticos empleados.
En el texto «La comprensión del arte hoy en día», publicado en 1892, Trübner escribió lo siguiente: «Cualquier motivo es interesante, e incluso lo más insignificante encierra interés suficiente para la pintura; porque cuanto más sencillo sea el objeto, puedo representarlo con un mayor interés y de forma más plena desde una perspectiva pictórica y colorista. Todo depende únicamente de cómo lo represento y no de qué es lo que represento». Ahora bien, en este mismo escrito, Trübner se quejaba de la preferencia que mostraba la política de adquisiciones de museos y coleccionistas no sólo por los pintores franceses, sino también por los holandeses y españoles, es decir, por pintores extranjeros en general.
En 1911, año en que ejecutó este estudio del lago de Starnberg, la compra del Campo de amapolas de Van Gogh para la Kunsthalle de Bremen desató una indignación generalizada. Trübner fue uno de los firmantes del escrito «Protesta de los artistas alemanes». Poco después, aún en 1911, apareció como reacción a esta protesta una recopilación de declaraciones sobre el arte moderno de coleccionistas, artistas y directores de museos: «En lucha por el arte. La respuesta a la "Protesta de los artistas alemanes"». Resulta característico de la actitud ambivalente de Trübner que también se adhiriera a esta reacción de contraprotesta.
En 1903, Wilhelm Trübner consiguió una cátedra, puesto muy honroso para él, en la Karlsruhe Kunstakademie. Fue conocido como pintor a nivel nacional gracias a la denominada Jahrhundertausstellung de 1906, celebrada en la Nationalgalerie de Berlín, en la que se mostraron algunas de sus obras. En ese momento la Nationalgalerie poseía ya tres de las principales obras del artista. Dicho museo no sólo había realizado la primera compra destinada a un museo alemán de un cuadro de Monet, otro de Cézanne y o otro de Liebermann, sino que en 1897 fue también el primer museo que adquirió un cuadro de Wilhelm Trübner.
Pero fue en la exposición organizada por el Círculo de Bellas Artes de Baviera en 1911 en Karlsruhe, con motivo del sesenta cumpleaños de Trübner, cuando por primera vez se presentó ante el público interesado la obra heterogénea de este artista en toda su amplitud.
Angelika Wesenberg
Este pequeño estudio del lago Starnberg fue ejecutado en el año 1911 y, en comparación con el Parque del Palacio de Lichtenberg, se hace evidente la evolución desde un tono aún pictórico hacia una aplicación modeladora del color de fuerte carácter constructivo, desde las armonías recubiertas, vibrantes y dinámicas hacia una unidad más penetrante y más severa en lo que respecta al color. En Lago Starnberg la modulación de los colores ha desplazado a la modulación de tonalidades del Parque del Palacio de Lichtenberg. Los cuadros son ahora más luminosos y al mismo tiempo se han simplificado, cobrando un carácter espacial más marcado. La paleta cromática sigue en la sintonía de verdes, azules y amarillos/marrones. Pero no sólo se pone de manifiesto que los tonos son ahora más claros, sino también resulta evidente una simplificación del estilo y una mayor energía del color.
Lago Starnberg está dividido entre una tranquila mitad derecha, en la que todo, praderas y agua, se ha tratado con amplias capas de pinceladas de la máxima sencillez y serenidad, y un lado izquierdo, con las tres hayas otoñales. Si se hace abstracción de los árboles, queda una estricta estructuración en líneas paralelas: franjas de pradera, camino, pradera, agua, la otra ribera, el cielo. Algunas representaciones del lago de Starnberg están estructuradas únicamente con estas franjas y recuerdan el paralelismo presente en los paisajes que el suizo Ferdinand Hodler realizó aproximadamente en esa misma época. Pero la comparación también revela de inmediato la evidente diferencia: las obras de Trübner, contrariamente a las de Hodler, no pretenden simbolizar nada ni remitir a algo oculto. Las obras de Trübner son, como en su juventud, «pura pintura», aunque a lo largo de su evolución artística hayan ido cambiando los medios estilísticos empleados.
En el texto «La comprensión del arte hoy en día», publicado en 1892, Trübner escribió lo siguiente: «Cualquier motivo es interesante, e incluso lo más insignificante encierra interés suficiente para la pintura; porque cuanto más sencillo sea el objeto, puedo representarlo con un mayor interés y de forma más plena desde una perspectiva pictórica y colorista. Todo depende únicamente de cómo lo represento y no de qué es lo que represento». Ahora bien, en este mismo escrito, Trübner se quejaba de la preferencia que mostraba la política de adquisiciones de museos y coleccionistas no sólo por los pintores franceses, sino también por los holandeses y españoles, es decir, por pintores extranjeros en general.
En 1911, año en que ejecutó este estudio del lago de Starnberg, la compra del Campo de amapolas de Van Gogh para la Kunsthalle de Bremen desató una indignación generalizada. Trübner fue uno de los firmantes del escrito «Protesta de los artistas alemanes». Poco después, aún en 1911, apareció como reacción a esta protesta una recopilación de declaraciones sobre el arte moderno de coleccionistas, artistas y directores de museos: «En lucha por el arte. La respuesta a la "Protesta de los artistas alemanes"». Resulta característico de la actitud ambivalente de Trübner que también se adhiriera a esta reacción de contraprotesta.
En 1903, Wilhelm Trübner consiguió una cátedra, puesto muy honroso para él, en la Karlsruhe Kunstakademie. Fue conocido como pintor a nivel nacional gracias a la denominada Jahrhundertausstellung de 1906, celebrada en la Nationalgalerie de Berlín, en la que se mostraron algunas de sus obras. En ese momento la Nationalgalerie poseía ya tres de las principales obras del artista. Dicho museo no sólo había realizado la primera compra destinada a un museo alemán de un cuadro de Monet, otro de Cézanne y o otro de Liebermann, sino que en 1897 fue también el primer museo que adquirió un cuadro de Wilhelm Trübner.
Pero fue en la exposición organizada por el Círculo de Bellas Artes de Baviera en 1911 en Karlsruhe, con motivo del sesenta cumpleaños de Trübner, cuando por primera vez se presentó ante el público interesado la obra heterogénea de este artista en toda su amplitud.
Angelika Wesenberg