Escena de cetrería
En un prado cubierto de flores multicolores se desarrolla una escena de cetrería en la que tres caballeros observan cómo un halcón ha apresado a una garza («aunque la garza vuela muy alta, el halcón mata»). La escena se completa en la zona superior izquierda con un pastor con caramillo que cuida su rebaño de ovejas.
La composición es circular, de manera que los gestos y la mirada de los caballeros se dirigen hacia el halcón y su presa. Por otra parte, no hay línea de horizonte. Es un tapiz de los denominados de mil flores, donde es característico que se represente a la sociedad noble ejerciendo actividades y ocupaciones propias de su condición social. Muchas de las plantas se escogían de acuerdo a su significación simbólica y a los efectos benefactores que su aplicación producía sobre el cuerpo y el espíritu. Como era habitual que estos paños se obsequiasen como regalo de esponsales, matrimonio, natalicios y otros acontecimientos de especial relevancia en la vida de sus poseedores, el simbolismo que aportaban los motivos ornamentales ensalzaba sus virtudes y cualidades y normalmente mostraban las armas de la familia destinataria como símbolo de prestigio. En el caso que nos ocupa, el tema de cetrería hace pensar que fuese un regalo para un caballero y es el perro que aparece en el centro de la composición, echado sobre sus patas y levantando la cabeza hacia las aves, el que nos muestra en el collar las armas de la familia para la que se ejecutó el paño: los Nesmond. Originarios de Irlanda, se establecieron en Francia cuando Enrique III de Inglaterra perdió sus feudos continentales en época de san Luis y, como duque de Guyena (Aquitania), se reconoció vasallo del rey francés, recompensando a Edmond d'Esmond por su fidelidad estableciéndole en esta provincia. Después de un tiempo la familia, que cambió su apellido por la forma francesa Nesmond, se estableció en la zona de Angulema, donde poseyeron el castillo de Mailloux y se relacionaron con las más ilustres familias francesas.
Entre las flores que se pueden identificar se distinguen violetas, con un destacado papel en la poesía amorosa como flor deseada; narcisos, símbolo de castidad; pensamientos, a los que se consideraba un poderoso filtro de amor; margaritas, apreciadas como remedio contra el excesivo deseo sexual que podía conducir a la infidelidad; alelíes, cuya ingesta durante un tiempo combatía la esterilidad femenina; claveles, símbolo de esponsales y matrimonio. Muchas de estas y otras flores también se apreciaban por alejar los malos espíritus y por considerarlas antídotos contra los venenos y la melancolía. Además, las flores blancas en general eran símbolo de pureza, las flores rojas se asociaban al hombre y las flores azules a la mujer y todas constituían un canto de amor por su agradable perfume. Junto a las flores se distinguen algunos frutos en la parte inferior central y en el lateral izquierdo y aunque no son claramente identificables, en general los frutos eran símbolo de fecundidad, unión y regeneración. En el prado, entre las patas del caballo castaño un conejo alude asimismo a la fecundidad; los perros eran valorados, entre otras cualidades, por su fidelidad, y las garzas eran reputadas por su vuelo a gran altura y se las consideraba aves nobles a las que se prestaba juramento cuando se iba a embarcar en alguna empresa.
Todo el simbolismo hace pensar que este tapiz sería encargado como regalo para unos esponsales o matrimonio de algún miembro de los Nesmond, ya que todo gira en torno a las virtudes que debían poseer tanto el hombre como la mujer con la adquisición de su nuevo estado. La costumbre de regalar tapices estuvo generalizada entre las familias de cierto rango, variando la calidad de los diseños y materiales empleados.
Algunos detalles de la indumentaria de los personajes muestran una moda que se generalizó a partir de 1485-1490, como son los zapatos de puntera cuadrada, las mangas abiertas y el tipo de tocado, lo que nos permite fechar este paño en torno a 1500, período en el que estaría muy difundido el género de las mil flores.
No es fácil establecer la manufactura donde se realizaría el tapiz, pudiendo ser cualquiera de los talleres activos en el centro de Francia, algunos de los cuales formarían manufacturas efímeras, como pudieron ser los establecidos en torno al valle del Loira, aunque no hay que descartar su ejecución en algún taller en torno al dominio borgoñón.
Laura Rodríguez Peinado