Un 24 de enero de hace 21 años llegué a Madrid tras obtener una ansiada beca para ampliar mis estudios de arquitectura. Me había preparado durante los dos años anteriores asistiendo a clases de cultura e idioma españoles para afrontar mejor los meses del máster que me esperaban. Por primera vez tendría que afrontar la experiencia sola, sin el tejido familiar y social que siempre me acompañaba. Mi intención era volver a Manila tras terminar esos estudios y retomar una carrera que preveía prometedora. Pero los acontecimientos dieron un giro inesperado. Mis sueños de poner en marcha un estudio especializado en restauración arquitectónica en mi ciudad natal se vieron cuestionados por lo que viví, respiré y aprendí en un contexto muy diferente –más crítico, libre y culturalmente activo– del que me había visto crecer; y sobre todo, a partir de la estancia en un museo de arte contemporáneo con otra beca en gestión cultural que obtuve tras estudiar el máster en Restauración Arquitectónica.
Aún conservo un diario de aquellos primeros años en España. Releerlo me hace revivir mis primeros contactos con el mundo del arte y los museos. He recopilado algunos fragmentos de los pensamientos de aquella joven que por aquel entonces, pensaba en inglés.
27 October 1999
Two naked men atop a table… their legs hanging in the air… immobile… a cold space… perspective… almost infinity. It was the kind of art that made you ponder. Then reality… a dissection of sound… visions of everyday life that provoke the mind and the senses.
This is my first immersion into contemporary art. I couldn’t seem to have a grasp at it, but I wish to be exposed more everyday. I yearn to understand, and I know I have yet a long way to go.
Fue una exposición de Javier Codesal en el Espacio Uno del Reina Sofía la que me enfrentó por primera vez al arte contemporáneo. No había visitado muchas exposiciones de arte actual antes, pero me empapaba de arte clásico. Pasaba horas en el Prado o en el Thyssen, contemplando las obras maestras que antes solo eran accesibles para mí a través de los libros, y me sentía intensamente afortunada por tener la oportunidad de verlas en directo.
No entendía lo que pretendía decir Javier Codesal con esa especie de mesa quirúrgica sobredimensionada que mostraba dos pares de aperturas en su fría superficie. No entendía las fotografías que la acompañaban, que mostraban los infructuosos intentos de dos hombres de trabar contacto. Leía una y otra vez la hoja de sala, pero me costaba encontrarle un sentido. No conocía esos lenguajes, esas formas de representación, pero iba asumiendo que necesitaba ver más para entender, leer más para comprender.
Y de pronto, por casualidad, me encontré haciendo prácticas en ese mismo Espacio Uno del Museo Reina Sofía, un departamento al que me asignaron, quizás por equivocación, pero donde tuve la oportunidad de vivir los siguientes nueve meses inmersa en ese mundo —un mundo por conocer—, y con el privilegio de estar rodeada de los propios artistas, comisarios, historiadores y gestores.
22 December 1999
I feel that I have fallen in love with Spain, with contemporary art, with the Museo Reina Sofía. It is hard for me to explain how lucky I am to have Rafa as a mentor. Perhaps he doesn’t realize it, but he has instilled in me a greater appreciation of contemporary art, and a deeper understanding of what used to be meaningless for me. It is his humble intelligence, brilliant mind and his easy, patient nature that I admire and thank him for. There is so much more that I would like to say but can’t express about my “jefe” who refuses to be called such and puts me on equal with him.
Mi relación con los museos tiene mucho que ver con mi primer mentor, Rafael Doctor, de quien aprendí casi todo lo que sé sobre el arte contemporáneo. Desde que empecé a trabajar con él —primero en el Reina Sofía y luego en el MUSAC—, los museos han sido mi segunda casa y ver arte una parte imprescindible de mi vida.
Un museo para mí es un organismo múltiple y vivo que nos desafía con las preguntas que nos lanza, que nos enseña a ver desde otra perspectiva para tener una visión más amplia y crítica del mundo. Es un espacio donde quizá podemos encontrar respuestas a preguntas que ni siquiera sabíamos que teníamos. Entrar en un museo es entrar a un mundo de conocimiento, de historia o historias. Nos puede provocar asombro, rechazo o encanto, pero estos sentimientos son necesarios para hacernos pensar y emocionarnos.
13 June 2000
I spent a few days in London with Rafa. We are organizing an exhibition on Sam Taylor-Wood and had a meeting with her gallery and studio. Unfortunately, I did not get to meet the artist in person, but it was a very productive trip. It delights me to know how I can be so useful to Rafa after all. Speaking English has a lot of advantages. I also realized how my vision of space as an architect can help me in this field. I don’t really have to design houses or buildings in order to practice architecture.
En aquel viaje a Londres, una ciudad multicultural, me sentía muy cómoda. Hablar en mi lengua materna, encontrarme con gente de muchos países diferentes trabajando en el mismo proyecto me hizo darme cuenta de lo enriquecedora que puede ser una experiencia si se comparte con personas de diferentes orígenes y contextos.
Me considero una persona cosmopolita, abierta; y aunque a veces me olvido de mi condición de inmigrante y pierdo la perspectiva de donde soy (ni de aquí, ni de allí; ni totalmente española, ni totalmente filipina) nunca me olvido de mis raíces ni mis orígenes. Siguen siendo parte de mí.
Creo que todos los inmigrantes son creadores porque deben inventarse una nueva vida en una tierra lejana, a veces, en un idioma distinto. Se rehacen si es necesario. Yo no tenía experiencia previa en la coordinación de exposiciones, pero el bagaje que tenía con mi formación y años de experiencia en la arquitectura me ha ayudado todos estos años. También el saber qué puedo aportar —un idioma o un conocimiento técnico, además de unas ganas de aprender y una actitud de perseverancia— han sido esenciales para encajar en un mundo hecho para otros perfiles. Pero sobre todo, los he utilizado para desarrollar proyectos que me motivan. Por ejemplo, la relación entre el arte y la arquitectura. Me satisface poder decir que mis estudios no han sido en vano porque he encontrado un nicho que me apasiona y en el que me encantaría seguir investigando. En Filipinas, casi todos mis compañeros de promoción se dedican a diseñar y a construir. Nos formaron para trabajar en lo práctico, pero los arquitectos pueden aportar más a nivel teórico o intelectual. Se puede hacer arquitectura en los museos, desde los montajes de exposiciones, en el desarrollo de instalaciones o incluso en la investigación sobre prácticas artístico-arquitectónicas.
5 January 2003
Rafa called to wish me a happy birthday and to tell me about a new, exciting project. He was appointed director of a new museum in León and wanted me to join his team. I couldn’t believe he had thought about me! The prospect of creating a museum from scratch is very tempting… Ser parte del equipo fundador del MUSAC ha sido tanto un reto como un privilegio. El reto fue construir un museo desde cero, con un planteamiento nuevo —ser un “museo del presente”—, que rompería las reglas de la museística clásica basada en una historiografía aceptada y en unos valores marcados por autores y obras. Y el privilegio fue tener esa libertad de decidir qué museo queríamos y cómo queríamos que fuera. “Un museo puede ser muchas cosas de la misma forma que puede ser de muchas cosas”, afirmaba Rafa.
15 de marzo de 2003 Reflexiones sobre un museo del presente:
¿Qué es el presente?
¿Qué debe ser un museo de arte del siglo XXI?
¿Cómo se debe plantear una colección de arte de nuestro tiempo?
¿A quién se dirige el arte actual?
¿Qué disciplinas configuran el arte de nuestro tiempo?
¿Cuál es el papel del museo ante la sociedad?
¿Qué es un museo más allá de una colección?
¿Qué actividades debe generar una institución museística centrada en la reflexión del tiempo presente?
¿Se puede obviar la perspectiva histórica en el replanteamiento de un museo?
¿Cómo se puede responder a la globalización desde una ciudad alejada de los grandes centros urbanos?
¿Qué estrategias se deben seguir para involucrar a un público no habituado al arte contemporáneo?
5 January 2003
Rafa called to wish me a happy birthday and to tell me about a new, exciting project. He was appointed director of a new museum in León and wanted me to join his team. I couldn’t believe he had thought about me! The prospect of creating a museum from scratch is very tempting… Ser parte del equipo fundador del MUSAC ha sido tanto un reto como un privilegio. El reto fue construir un museo desde cero, con un planteamiento nuevo —ser un “museo del presente”—, que rompería las reglas de la museística clásica basada en una historiografía aceptada y en unos valores marcados por autores y obras. Y el privilegio fue tener esa libertad de decidir qué museo queríamos y cómo queríamos que fuera. “Un museo puede ser muchas cosas de la misma forma que puede ser de muchas cosas”, afirmaba Rafa.
15 de marzo de 2003 Reflexiones sobre un museo del presente:
¿Qué es el presente?
¿Qué debe ser un museo de arte del siglo XXI?
¿Cómo se debe plantear una colección de arte de nuestro tiempo?
¿A quién se dirige el arte actual?
¿Qué disciplinas configuran el arte de nuestro tiempo?
¿Cuál es el papel del museo ante la sociedad?
¿Qué es un museo más allá de una colección?
¿Qué actividades debe generar una institución museística centrada en la reflexión del tiempo presente?
¿Se puede obviar la perspectiva histórica en el replanteamiento de un museo?
¿Cómo se puede responder a la globalización desde una ciudad alejada de los grandes centros urbanos?
¿Qué estrategias se deben seguir para involucrar a un público no habituado al arte contemporáneo?
Estas son preguntas que nos planteamos en los inicios del MUSAC. A partir de ellas, proyectamos lo que queríamos que fuese un museo. Y propusimos un museo basado en una estructura clásica, con una colección, un programa de exposiciones y estudios en relación a la misma: los tres pilares de un museo que apuesta por el presente, es decir, el arte que se produce en el mismo tiempo que se está exponiendo y coleccionando.
Hemos hecho —o intentado hacer— nuestro museo ideal. Un museo que provoca al tiempo que emociona; que facilita la comprensión del arte; que reta nuestras ideas preconcebidas; que aporta contenidos novedosos; que vela por la igualdad y la libertad; que no es solamente un lugar donde contemplar sino un lugar donde producir, descubrir, participar, encontrar, aprender.
1 de abril de 2020
Hoy celebramos el 15 aniversario del MUSAC, cada uno confinado en su casa. Los planes ambiciosos para este día no pueden realizarse por una pandemia. He pensado preparar un detalle para mis compañeros de trabajo y hurgué entre mis archivos y fotos correspondientes a los primeros años de nuestra andadura. Me he puesto triste y nostálgica al recordar aquellos primeros años en que pusimos toda nuestra energía e ilusión en la creación de este museo. ¡Cuántos momentos memorables y momentos duros! Entre mis documentos, he encontrado los apuntes para una conferencia que comienza con muchas preguntas que me han hecho pensar si llegamos a responderlas a través de nuestro trabajo.
He crecido en el MUSAC pero a día de hoy sigo pensando en aquellas preguntas que formulamos hace 17 años y aún no tengo todas las respuestas claras; y las que creía tener claras ya no lo están tanto, porque muchas cosas han cambiado y seguirán haciéndolo; porque muchas de las certezas que teníamos antes se están derrumbando. En estos 17 años hemos hecho un museo pensando en nuestros públicos pero también pensando en nosotros mismos como público, porque también participamos en ello. Cada día aprendemos de la experiencia y creo que queda mucho por hacer.
25 de septiembre de 2020
Lista de deseos para el museo:
Me gustaría que el museo fuese polivalente y multidisciplinar, que abra la mente no solamente sobre las artes sino sobre la vida en general y que pueda entenderse como laboratorio de experimentación anticipatorio.
Me gustaría que el museo fuese un aula más de los colegios.
Me gustaría que el museo programara siempre exposiciones y proyectos apoyados en investigaciones rigurosas, más que proyectos banales o irrelevantes.
Me gustaría que el museo fuese un lugar de debate para pensar colectivamente sobre temas de interés actual, que fomentara el sentimiento de cercanía y estrechara lazos con la sociedad a la que sirve para que todos lo sientan como suyo.
Me gustaría que el museo se comprometa social y políticamente con su momento histórico y “ponga en valor las historias marginales para concebir otros futuros imaginados”.
Me gustaría que el museo alejara cualquier tentación hacia lo cool, lo meramente fotogénico o espectacular, para promover un espectador confrontado con argumentos y posiciones por encima de la simple contemplación de las obras individuales.
Me gustaría que el museo colaborara más con otros museos, compartiendo acciones y desarrollando proyectos conjuntos.
Me gustaría que el público tuviera más curiosidad y inquietudes para participar de manera activa en cada proyecto, pero también para realizar propuestas.
Me gustaría que el público aprendiera a respetar y apreciar mejor el trabajo de artistas, comisarios, gestores y otros profesionales y entendiera que un museo no es una forma de consumo.
Me gustaría volver a sentir la complicidad y el apoyo de las instituciones políticas. Y que estas evitaran injerencias, recortes presupuestarios y trabas y admitieran de buen grado la experimentación y la crítica.
En resumen, me gustaría que el museo fuese un ejemplo de justicia, sostenibilidad y compromiso social; y que, además de a sus visitantes, cuidase a sus trabajadores y a sus profesionales, sin distinción por fórmulas de contratación o vinculación.
25 de septiembre de 2020
Lista de deseos para el museo:
Me gustaría que el museo fuese polivalente y multidisciplinar, que abra la mente no solamente sobre las artes sino sobre la vida en general y que pueda entenderse como laboratorio de experimentación anticipatorio.
Me gustaría que el museo fuese un aula más de los colegios.
Me gustaría que el museo programara siempre exposiciones y proyectos apoyados en investigaciones rigurosas, más que proyectos banales o irrelevantes.
Me gustaría que el museo fuese un lugar de debate para pensar colectivamente sobre temas de interés actual, que fomentara el sentimiento de cercanía y estrechara lazos con la sociedad a la que sirve para que todos lo sientan como suyo.
Me gustaría que el museo se comprometa social y políticamente con su momento histórico y “ponga en valor las historias marginales para concebir otros futuros imaginados”.
Me gustaría que el museo alejara cualquier tentación hacia lo cool, lo meramente fotogénico o espectacular, para promover un espectador confrontado con argumentos y posiciones por encima de la simple contemplación de las obras individuales.
Me gustaría que el museo colaborara más con otros museos, compartiendo acciones y desarrollando proyectos conjuntos.
Me gustaría que el público tuviera más curiosidad y inquietudes para participar de manera activa en cada proyecto, pero también para realizar propuestas.
Me gustaría que el público aprendiera a respetar y apreciar mejor el trabajo de artistas, comisarios, gestores y otros profesionales y entendiera que un museo no es una forma de consumo.
Me gustaría volver a sentir la complicidad y el apoyo de las instituciones políticas. Y que estas evitaran injerencias, recortes presupuestarios y trabas y admitieran de buen grado la experimentación y la crítica.
En resumen, me gustaría que el museo fuese un ejemplo de justicia, sostenibilidad y compromiso social; y que, además de a sus visitantes, cuidase a sus trabajadores y a sus profesionales, sin distinción por fórmulas de contratación o vinculación.
Aunque parece que casi 20 años es suficiente bagaje para decir que ya sé todo sobre el trabajo en museos, cada día nos encontramos con situaciones nuevas que nos hacen replantear viejas suposiciones. La propia definición de lo que es un museo se está replanteando por parte del ICOM porque éste cada vez asume nuevas funciones además de ser una institución “al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo.”.
El mundo cambia cada día. Ahora, después de todo lo que han evolucionado los museos, estos tendrán que buscar otra dirección. La pandemia y sus consecuencias nos obligan a ello. Y tenemos que observar, escuchar y repensar juntos en esa dirección. Desde los museos podemos contribuir a este debate global utilizando nuestras propias herramientas y redes. El museo debe estar en un proceso constante de evolución. Y es un buen momento para recomenzar.
Vengo de un país en el que no hay tantos museos como en Europa. En el que la historia tiene poca importancia y la memoria es fácilmente manipulable. En el que muchos siguen pensando que la cultura es un mero canal para el folclore.
Y por eso quiero reivindicar el papel destacado de los museos, no solo como guardianes de la memoria sino como impulsores del conocimiento, de la crítica, de las formas de mirar más amplias que acogen lo diverso, lo extraño y lo Otro. Porque el arte tiene la capacidad de formar en nosotros una mirada dialéctica con la que podemos volver a mirar el mundo con ojos diferentes. A más museos llenos, más tolerancia, más integración y más libertad. Una sociedad en la que los museos tengan más peso, no solo será más culta sino más tolerante y más diversa, formada por ciudadanos menos manipulables y más críticos. Y así será una sociedad en la que todos quepan en igualdad.