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A Venecia, Amiens

A Venecia, Amiens

Panorama de Venecia, 1870

 

En el libro de Las Ciudades invisibles, Italo Calvino describe Maurilia como aquella ciudad en la que el viajero descubre el entorno urbano al mismo tiempo que observa viejas tarjetas postales que la representan, comparando la ciudad del pasado y la del presente. Venecia, como la Maurilia de Calvino, no solo es una de las ciudades más representadas a través de postales y pinturas, sino también uno de los lugares en los que el viajero siempre espera ver la ciudad que fue.

Construida sobre ciento dieciocho pequeñas islas, la laguna veneciana originalmente sirvió como protección a las poblaciones romanas en fuga de los invasores bárbaros. Su inmejorable emplazamiento le proporcionó un próspero desarrollo económico vinculado a las tecnologías del mar y al comercio marítimo entre Oriente y Occidente.

La imagen de Venecia siempre ha estado acompañada de su mito. El deseo de recrear una ciudad idealizada es algo que durante mucho tiempo ha acompañado y alimentado su representación. Las vistas o vedute de Venecia fueron muy reconocidas y admiradas por los viajeros ingleses que, en el siglo XVIII, realizaban el Grand Tour por tierras italianas.

A Venecia, Amiens A Venecia, Amiens

Francesco Guardi pinta estas dos vistas panorámicas de Venecia en 1780. En ellas recrea el tramo del Gran Canal con San Simeone Piccolo en su orilla derecha y la antigua iglesia de Santa Lucía, derruida en el XIX y hoy estación de ferrocarril, y la Iglesia de Santa María de Nazareth en su orilla izquierda. Ambas obras son complementarias y amplifican la visión espacial de esta parte de la ciudad. Muchos de los edificios pintados hoy han desaparecido, víctimas de la transformación urbana, el abandono o los ataques militares.

Las obras de Francesco Guardi nos muestran una Venecia donde la pervivencia de los espacios monumentales se combina con los posos del tiempo y los signos de decadencia que culminará con la pérdida de su independencia en 1806. En las pinturas de Guardi las personas representadas están reducidas a unas pequeñas pinceladas abstractas, pero caminan, hablan, trabajan y navegan por los canales.

Las ciudades no son solo un sistema topográfico y urbanístico, sino un complejo entramado de relaciones, afectos y movimientos que se superponen. Los lugares en los que vivimos están compuestos de estratos, muchos de ellos ocultos o borrados. ¿Dónde se conserva la memoria de nuestras ciudades? ¿Son sólo los monumentos los depositarios de ese legado? ¿Dónde quedan las otras memorias, las personales?

(1) Francesco Guardi
El Gran Canal con San Simeone Piccolo y Santa Lucía, hacia 1780
Óleo sobre lienzo, 48 x 78 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

 

(2) Francesco Guardi
El Gran Canal con Santa Lucía y Santa María di Nazareth, hacia 1780
Óleo sobre lienzo, 48 x 78 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

(1) Francesco Guardi
El Gran Canal con San Simeone Piccolo y Santa Lucía, hacia 1780
Óleo sobre lienzo, 48 x 78 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

 

(2) Francesco Guardi
El Gran Canal con Santa Lucía y Santa María di Nazareth, hacia 1780
Óleo sobre lienzo, 48 x 78 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

Paolo Monti. Venecia, 1960

Leo Wehrli. Venecia, 1933

Campo San Beneto, 1939

Paolo Monti. Venecia, 1970

A Venecia, Amiens

Walter Benjamin comparaba la ciudad de París con una gigantesca biblioteca atravesada por el Sena. Un gran palimpsesto que entrecruza tiempos y memorias, las historias que se cuentan y las no contadas por la virtud de olvidar u omitir. Todo habitante construye marcas simbólicas que definen su espacio personal, que sustraen una parte de la ciudad del anonimato, que la vuelven propia y familiar y que evocan su mapa sentimental del espacio vivido. Pero, ¿dónde se registra esa huella?

El pintor de origen ruso Yurii Annenkov como otros artistas de vanguardia, decidió viajar a París para formarse. Vivió allí entre 1911 y 1912. Este último año visitó otras ciudades francesas como Amiens, donde compró la postal que forma parte de esta obra y sobre la que rubricó en caracteres cirílicos: «Recuerdo de mi maravilloso viaje. Yurii, 1912. Amiens». En 1913 Annenkov vuelve a San Petersburgo, donde continúa su carrera artística como escenógrafo y retratista, realizando también obras experimentales como este assemblage de 1919 donde nos deja la huella de su recuerdo de la catedral de Amiens.

Entrecruzar tiempos y relatos en torno a un lugar nos lleva a registrar y visibilizar historias que no serían posibles de otra forma.

Yurii Annenkov
La catedral de Amiens, 1919
Collage, madera, cartón y alambre sobre papel, 85 x 66,5 cm
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

Amiens, 1895

Raoul Berthelé. La plaza de la estación de Amiens, 1914-1918

Postal. Rue des Tanneurs. Antes de 1914

Postal. Rue des Trois-Cailloux, Amiens

A Venecia, Amiens

La vida de la ciudad de Amiens está simbólicamente unida a su catedral, construida en el siglo XIII en torno a la reliquia del cráneo de san Juan Bautista que trajeron los Cruzados. Durante siglos la cabeza del santo atrajo a personas afectadas de sordera, mudez, ceguera y sobre todo a las personas con el «mal de San Juan» (epilepsia). El edificio sufrió muchos avatares, como la caída de un rayo en el siglo XIII que obligó a reconstruir su estructura o los ataques que sufrió durante la Primera Guerra Mundial. Poco tiempo después de la visita de Annenkov, «del recuerdo de su maravilloso viaje», la catedral, se cubrió de sacos de arena para protegerla de los ataques enemigos.

Raoul Berthelé
Vista de la catedral de Amiens protegida de los bombardeos, 1915

En 1915 Raoul Berthelé, ingeniero químico, fotógrafo aficionado, y destinado como oficial en Amiens, retrató con su cámara el frente de retaguardia de la Gran Guerra. Nos legó diferentes fotografías de la vida en la ciudad durante este tiempo. Imágenes que recuperan historias con nombre y apellidos. Cada foto, como la postal de Annenkov, está subtitulada con precisión creando una cartografía de lo cotidiano. En estas fotografías nos indica el lugar, la fecha y los nombres de las personas que aparecen.

Raoul Berthelé
Autorretrato posando en el parque de La Hotoie en Amiens, 1915

Raoul Berthelé
Piscina de Amiens, 1915

Raoul Berthelé
Escena en la rue Saint- Leu tras un bombardeo, 1915

Raoul Berthelé
Vista de prisioneros alemanes desfilando por la rue Saint-Leu de Amiens, 1915

Raoul Berthelé
Dos mujeres en las calles de Amiens, 1915

Raoul Berthelé
Retrato de Mlle De lagarde en el parque de la Hotoie en Amiens, 1915

Raoul Berthelé
Retrato interior. Amiens, 1915

Vista aérea de la catedral de Amiens, 1918

Bombardeo en Amiens, 1918

Regreso de ciudadanos de Amiens buscando su casa tras los bombardeos, noviembre de 1918

La ubicación estratégica de Amiens en relación a sus conexiones ferroviarias la convirtió en objetivo de las fuerzas alemanas del frente occidental. En 1918 sufre un gran ataque que deja la ciudad devastada. Unos meses después, cuando muchos habitantes regresan y encuentran sus casas en ruinas, Yurii Annenkov, en el fervor de la Rusia revolucionaria, recupera su recuerdo personal de aquel viaje a Amiens mezclando tradición y vanguardia, nostalgia y esperanza de futuro.

Cuando caminamos por nuestras ciudades, caminamos sobre las capas del pasado sin apenas darnos cuenta. Más allá de las postales de Maurilia, de las vedutes venecianas y de la fotografía que enmarca un recuerdo propio de Annenkov, las ciudades se constituyen a partir de las historias de quienes las habitan y los recuerdos que dejan a su paso en ellas, de distintos estratos geológicos que se superponen, mostrando aquí y allá, casi sin darnos cuenta, vestigios de tiempos pasados y de memorias perdidas.

Ana Gómez
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza