Thomas Cole, considerado el padre del paisajismo norteamericano, inició su carrera como paisajista con vistas pintorescas del río Hudson. Expulsión. Luna y luz de fuego marca su viraje hacia un paisajismo de tipo alegórico. El motivo central lo constituye un puente sobre el vacío que el propio artista contempló en las White Mountains (New Hampshire) en 1827. A partir de él, Cole recurrió a la imaginación para crear el escenario de la expulsión de Adán y Eva (ambos personajes, sin embargo, no están presentes). La composición se ordena simétricamente en torno a la cruz formada por la cascada y el puente. A la derecha se sitúa el Paraíso y a la izquierda el mundo tras la “caída”. El acusado contraste entre la luz incandescente del arco y la penumbra que lo rodea acentúa el carácter sublime del escenario. Cole, temeroso de los efectos de la industrialización acelerada de los Estados Unidos, representa aquí el paisaje norteamericano como metáfora del Edén.

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«El paisaje entero, que visto bajo una luz más benigna y con una temperatura más grata tenía un aspecto encantador, parecía ahora uno de esos cuadros alegóricos de la vida, en donde las cosas están pintadas con sus tonos más crudos y realistas, sin sombras ni claroscuros [...], las montañas rocosas y escarpadas mostraban su desnudez sin tapujos, y los ojos, que buscaban en la bóveda ilimitada del cielo alivio ante tanta desolación, no encontraban sino oscuras masas de nubes, que se desplazaban a gran velocidad.» Exaltadas descripciones de la naturaleza como ésta pueden leerse en las páginas de El último mohicano de James Fenimore Cooper, que encontró en la naturaleza salvaje americana el escenario idóneo para esta historia heroica de indios en la América colonial. El mismo año de su publicación, en 1826, el pintor Thomas Cole realizó varios Paisajes de «El último mohicano», en los que plasmó una nueva visión del paisaje americano, inspirado en su viaje por las formaciones rocosas de las White Mountains, en New Hampshire, que son un precedente del nuevo estilo elevado de paisaje que Cole representa en cuadros como Expulsión. Luna y luz de fuego, del Museo Thyssen-Bornemisza.

Para Cole el paisaje había dejado de ser una mera descripción y pasaba a expresar significados religiosos o morales, a plasmar los poderes de Dios sobre la naturaleza y la indefensión del hombre frente a ella. Asimismo, Expulsión. Luna y luz de fuego está vinculada a dos obras de tema bíblico que Thomas Cole expuso en 1828 en la National Academy of Design de Nueva York y que, como ha estudiado Franklin Kelly, cambiaron el curso de su carrera como pintor: El Jardín del Edén y La expulsión del Jardín del Edén. El Jardín del Edén de Fort Worth encarna el mundo antes de la caída y la composición está dominada por un paisaje idílico que nadie había visto jamás. En La expulsión del Museo de Boston, Adán y Eva, tras ser expulsados del Paraíso, están atravesando un puente rocoso hacia una naturaleza enloquecida. Para representar el puente que divide el mundo paradisíaco y la naturaleza salvaje y caótica, Cole se inspira en un paraje de las White Mountains denominado «El puente del miedo», que le había llamado la atención durante un viaje por esas tierras y que aparecía en numerosos dibujos de su cuaderno de apuntes del año anterior.

Por su parte, en la Expulsión del Museo Thyssen-Bornemisza, una pintura cargada de paradojas, tanto las figuras de Adán y Eva como la representación del Paraíso han sido eliminadas. El paisaje y los elementos de la creación —el puente de piedra, la cascada, el volcán y la luna— son aquí los únicos protagonistas de la escena. Como señala Kenneth W. Maddox en su estudio del cuadro, Cole divide la composición simétricamente con la cruz formada por la horizontal del puente y la vertical del agua de la cascada y, al mismo tiempo, establece un juego simbólico de contrastes entre la luz de la luna y la luz del día, el fuego del volcán y el agua, la tierra y el aire, que siguen las normas de la estética de lo sublime. Tanto en la pintura de Boston como en la del Museo Thyssen-Bornemisza, se hace evidente la influencia de los grabados que hizo el pintor John Martin para la edición del Paraíso perdido de John Milton. La huella del pintor inglés no sólo se percibe en la composición de la puerta rocosa sino, en especial, en el uso de la luz para dotar de dramatismo a la composición.

A diferencia de lo que ocurría en la Expulsión de Boston, en que el Paraíso aparecía evidente ante nuestros ojos, al eliminar en la composición del Museo Thyssen-Bornemisza las figuras de los expulsados, el puente de piedra, en lugar de ser la vía al destierro, se convierte en el camino al Paraíso que Cole representa a través de la luz y el fuego, y así el Edén reluce en medio de la oscuridad. En su «Essays on American Scenery», Cole describía la naturaleza salvaje americana y su capacidad para transmitir la labor creadora de Dios como metáfora del Edén. Del Jardín del Edén sólo nos separa una puerta rodeada de oscuras rocas que nos conducen a un foco luminoso de esperanza, que Cole quiere destacar llevado por su convicción de que «todavía estamos en el Paraíso: el muro que nos aparta del Jardín es nuestra propia ignorancia y estupidez».

Paloma Alarcó
 

Siglo XIXs. XIX - P. norteamericana. Escuela del río HudsonPinturaÓleolienzo
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