Arquitectura II (El hombre de Potin)
En 1919 Lyonel Feininger fue contratado por Walter Gropius como profesor de dibujo de la Bauhaus de Weimar, lo que supuso para él un nuevo acercamiento ético al arte y un enriquecimiento de sus ideas a través del contacto con Kandinsky, Klee o Schlemmer. La mayor parte de sus obras de los años que permaneció vinculado a esta escuela (hasta el cierre de la sede de Dessau en 1932), se caracterizan por la representación de unas formas arquitectónicas de fragmentaciones cristalinas y perspectivas muy amplias. Desde que en su infancia y su juventud deambulaba por las calles de Nueva York, el artista se sentía fascinado por la vida de la ciudad, que con el tiempo se convertiría en uno de sus motivos artísticos preferidos. «Las iglesias, los molinos, los puentes, las casas —y los cementerios—, declaraba el artista, me han inspirado desde mi infancia. Todos ellos son simbólicos. Pero sólo a partir de la guerra me he percatado de por qué siento ese deseo compulsivo de seguir representándolos en mis pinturas».
Ahora bien, Arquitectura II o El hombre de Potin, como también se denomina esta obra, al igual que La dama de malva, quizás concebidos como pareja, se salen de la norma habitual tanto por la eliminación de la visión en perspectiva cuanto por la importancia que adoptan los personajes dentro de la composición arquitectónica. Para Hans Hess, el primer biógrafo del pintor, quedaba claro que ambas pinturas estaban basadas en sus recuerdos de las calles de París. Según el testimonio de T. Lux Feininger, que heredó el cuadro a la muerte de su padre, el título de El hombre de Potin se refiere a un repartidor de la famosa tienda de comestibles de la capital francesa.
En esta pintura el artista se aleja de las formas cristalinas propias de ese periodo y su preocupación principal es establecer contrastes de color. En primer término aparecen tres personajes cuyos volúmenes curvos contrastan con las formas geométricas de los edificios. La imagen urbana, de construcciones descompuestas en múltiples planos, adopta el aspecto de una escenografía teatral, que se acentúa con la colocación de una cortina roja en el lateral derecho, y que Peter Vergo ha puesto en relación con los decorados de la película El gabinete del doctor Caligari, de Robert Wiene, estrenada en 1919.
Paloma Alarcó