Hombre rojo con bigote
Toda la trayectoria artística de Willem de Kooning se caracteriza por su habilidad para moverse entre la abstracción y la figuración. En 1953 su exposición en la Sidney Janis Gallery, en la que presentó un grupo de pinturas de mujeres descomunales y expresivas, se convirtió en un verdadero succès de scandale. La gestualidad de la pincelada y la violencia del color, unidas a la representación de la figura femenina en forma grotesca, incluso demoníaca, marcaba el inicio de una etapa en la que el artista aspiraba a plasmar en sus obras la representación de la energía vital del ser humano.
En Hombre rojo con bigote, de 1971, un lienzo que se puede relacionar con esa serie, representa una figura escultural de cuerpo entero de un hombre escondido tras una maraña de gruesos empastes gestuales que transmiten una gran vitalidad. El formato alargado del lienzo, que utilizaba desde el traslado de su taller a Long Island en 1963, le permite representar la figura sobredimensionada, a una escala mayor del natural.
Como en otras pinturas de De Kooning, el espacio pictórico se define a través de una pincelada muy abigarrada, casi claustrofóbica, que no deja ni un solo respiro, ningún hueco, lo que incrementa la abstracción de la imagen. Es por tanto con el acto mismo de pintar con el que el artista logra eliminar cualquier diferenciación entre figuración y abstracción. El dominante color rojo, muy frecuente en las composiciones de De Kooning a partir de los años sesenta, está vinculado a sentimientos de pasión y arrebato. Su uso generalizado en esta composición podría entenderse como la necesidad del artista de emitir un profundo alarido que inevitablemente recuerda a las convulsivas deformaciones de las figuras de Bacon.
Paloma Alarcó