Amazona de frente
Manet, primero, y los impresionistas, después, continuaron el camino abierto por Courbet en la representación pictórica de lo real y llegaron incluso más allá al iniciar una nueva investigación basada en la percepción de lo instantáneo. Manet, por otra parte, fue el primero en plasmar en sus cuadros las experiencias cotidianas de la gran ciudad, convencido, como Baudelaire, de que «el verdadero pintor, será aquel que sepa arrancar a la vida moderna su lado épico».
La Amazona de frente pertenece a una serie inacabada sobre las cuatro estaciones que Édouard Manet pintó en los dos últimos años de su vida, por encargo de su amigo Antonin Proust, entonces ministro de Bellas Artes. El tema de las cuatro estaciones representadas por figuras de mujeres era relativamente frecuente en la historia de la pintura occidental. La propia cuñada de Manet, la pintora Berthe Morisot, había realizado uno de estos ciclos con jóvenes vestidas con ropas a la moda. Por otra parte, en las estampas japonesas —tan difundidas entonces— también era habitual simbolizar las estaciones con rasgos de cortesanas.
El artista emprendió este ciclo cuando estaba ya muy enfermo y sólo consiguió terminar totalmente el primero de los cuadros, La Primavera, para el que posó la célebre actriz de la Comédie Française Jeanne Demarsy. Manet presentó este cuadro con gran éxito en el Salon de 1882 junto a la obra maestra del final de su carrera, Un bar del Folies-Bergère. Para El Otoño, que no llegó a terminar, fue Méry Laurent quien le sirvió de modelo. Esta gran amiga de Manet al final de su vida había llegado a París con diecisiete años para debutar como actriz y pronto se había hecho famosa y había logrado introducirse en los círculos artísticos y literarios de la capital. El mismo Marcel Proust se inspiró en ella para el personaje de Odette Swann de En busca del tiempo perdido.
Para la Amazona del Museo Thyssen-Bornemisza, que quizá estaba pensada para representar el verano, posó una joven menos conocida que las anteriores, la hija de Madame Saguez, una librera de la rue de Moscou. Animado por el éxito de La Primavera en el anterior Salon, Manet se afanó especialmente en esta obra con la intención de presentarla en el Salon de 1883. Realizó tres versiones: una Amazona de perfil, del mismo formato y muy inacabada; otra Amazona de frente, de mayor tamaño; y la presente pintura. De las tres, sólo esta última fue escogida para la exposición póstuma del artista organizada en enero de 1884 en la École des Beaux-Arts, donde se expuso colgada por primera vez junto a La Primavera y El Otoño.
En toda esta serie, Manet presta gran atención al vestuario de las retratadas siguiendo el credo de Baudelaire de que la moda era un rasgo clave de la modernidad: si Jeanne Demarsy iba ataviada con un traje de flores de última moda, y su belleza de nariz respingona destacaba sobre un fondo florido, Méry Laurent llevaba una moderna pelliza de color marrón, encargada por el propio Manet al famoso modisto Worth. En el cuadro del Museo Thyssen-Bornemisza, la joven, de aspecto andrógino, viste un traje de amazona que, según testimonio de Antonin Proust, le había prestado a Manet su amigo el pintor Gallard d’Épinay.
El color oscuro del traje le permite al pintor dar muestra de su mágico dominio de los negros, que, en contraste con la claridad del fondo, nos remiten a modelos de Frans Hals. El tratamiento de la luz puede considerarse impresionista, pero en Manet la búsqueda de la luminosidad se yuxtapone al estudio de las superficies de color, de los contornos y de las texturas. El hecho de que sea una obra inacabada permite percibir claramente la soltura de su ejecución, sin ningún titubeo, y esa maestría con la que Manet lograba captar y transmitir lo esencial.
Paloma Alarcó