Nueva York, 3 (inacabado)
En el año 1938, a la vista del avance nazi y tras la firma del Tratado de Múnich, Piet Mondrian decidió abandonar París, donde había residido casi veinte años, y trasladarse a Londres, ciudad en la que sus amigos Ben y Winifred Nicholson le consiguieron un estudio en Hampstead. Dos años después, tras los bombardeos de la capital británica y la entrada de los alemanes en París, decidió aceptar la invitación del joven pintor americano Harry Holtzman y se instaló en Nueva York, donde pasaría los últimos años de su vida. El éxodo de artistas europeos a América fue un fenómeno generalizado en esos años y también fue común a todos ellos la transformación de su arte debido al cambio de ambiente físico e intelectual.
Como consecuencia del impacto que le produjeron Manhattan y la cultura americana, al que se sumaba su interés por la música jazz, nacido años atrás, la pintura de Mondrian perdió la rigidez anterior y adquirió una mayor libertad y un ritmo más vivo. Desde un primer momento se sintió fuertemente atraído por el dinamismo de la gran metrópoli, por su configuración cuadrangular y sus elevados edificios que, como él solía decir, eran «lo más lejano a la naturaleza», pero también por los últimos hallazgos del jazz en cuanto a ritmo y contrarritmo, por el nuevo boogie-woogie, que ya le habían fascinado en París.
En 1983 el Museum of Modern Art de Nueva York organizó una exposición sobre las «Studio-wall compositions», las pinturas que se encontraron a su muerte en su último estudio, situado en la calle 59. Entre ellas estaba New York City, 3, del Museo Thyssen-Bornemisza, una obra que había sido titulada con anterioridad como New York City, New York o como New York City IV, hasta que Joop Joosten, en el catálogo razonado de Mondrian, establece el actual título como original y definitivo. Por regla general, Mondrian mantenía sus obras en el estudio durante largos periodos de tiempo y hacía modificaciones sucesivas hasta conseguir el deseado equilibrio entre líneas y colores. Joosten menciona un primer estado de este lienzo, titulado Composición con amarillo y azul, iniciado posiblemente en 1938. Según estos datos, nuestra pintura debe incluirse entre las diecisiete obras, algunas inconclusas y otras ya terminadas, que el artista llevó consigo de Londres a Nueva York, a las que se ha denominado «Transatlantic paintings».
El conjunto de obras americanas de Mondrian no sólo ha sido estudiado como consecuencia del efecto producido por la ciudad en el artista, sino también desde el punto de vista de la introducción de una nueva técnica. Las gruesas líneas negras, que delimitaban los campos de color en sus obras anteriores, fueron sustituidas por un nuevo material que rompía con el principio de planitud y que facilitaba su trabajo: la cinta adhesiva de colores. La reversibilidad de las cintas le permitía modificar su colocación sobre el lienzo blanco, hasta lograr situarlas en los lugares que le parecían más satisfactorios y compensados para la composición. A su esfuerzo preliminar por descubrir la armonía entre superficie, forma y color, se unió entonces un nuevo lenguaje más dinámico. La fase final consistía en reemplazar las cintas por líneas de colores pintadas, pero esta operación sólo la llevó a cabo en una de las obras de la serie, New York City. Las demás se quedaron inacabadas y, por tanto, deben ser consideradas obras en proceso de elaboración, conformando lo que Christopher Green ha definido acertadamente como «una indecisión suspendida».
Según el testimonio del profesor Martin S. James, debido a su delicado estado, la pintura fue restaurada en 1977 por Bill Steeves y Harry Holtzman, el pintor amigo de Mondrian que gestionaba su Sucesión, quienes pegaron de nuevo las cintas que estaban sueltas y sustituyeron las que estaban rotas, procurando no alterar ni el color ni la disposición original.
Paloma Alarcó