La muerte de Jacinto
Este gran lienzo está fechado en el periodo en que el pintor trabajó en Würzburg, y fue Sack, en 1910, el primer historiador que le atribuyó esta tela. En Würzburg, Tiepolo llevó a cabo, junto con sus dos hijos, Giandomenico y Lorenzo, uno de los grandes ciclos decorativos de su carrera: los frescos para la residencia del príncipe obispo Karl Philipp von Greiffenklau, que es generalmente considerado como uno de sus mejores conjuntos.
El tema está extraído de Las Metamorfosis de Ovidio (libro X), donde se narra el fatal desenlace de los amores entre el dios Apolo y el mortal Jacinto. Según el relato clásico, Jacinto murió víctima de su propia torpeza al lanzar, con ímpetu, su disco durante una partida, hiriéndose mortalmente en la cabeza. Otra versión de los acontecimientos cuenta que fue el disco lanzado por Apolo el que mató al muchacho al rebotar en el suelo o contra una roca. En otros relatos es el viento Céfiro, quien celoso al no ser correspondido por Jacinto, desvió el disco de Apolo hacia el joven. El dios, ante su incapacidad para devolver la vida a Jacinto, decidió inmortalizarlo transformándolo en una flor que Tiepolo coloca en una hermosa mata, junto a la raqueta, a nuestra derecha.
En el lienzo de Tiepolo hay algunas licencias en cuanto al objeto que mató a Jacinto. Así vemos en primer término dos pelotas de tenis junto con una raqueta, al lado del héroe. Una tercera bola, que, a juzgar por la posición de los dedos de la mano izquierda, sostenía Jacinto antes del nefasto incidente, se ha deslizado sobre el suelo enlosado terminando su carrera a la izquierda del lienzo. Para más detalles, parte de una red, medio caída, se entrevé detrás del compacto grupo de espectadores. Esta libertad en la interpretación del juego se debe a una traducción del libro de Ovidio realizada en 1561 por Giovanni Andrea dell’Anguillara. En esta obra, el clásico disco que mató a Jacinto fue sustituido por una pelota de tenis. Este juego, en su modalidad conocida como Pallacorda, fue popular entre la nobleza del siglo XVI y estuvo de moda en la época en que Tiepolo pintó el cuadro. La Fundación Querini Stampalia de Venecia tiene en su colección un lienzo de Gabriel Bella donde dos parejas de jugadores, en un recinto cerrado, practican este deporte. La composición, en todos sus ingredientes, destila una fina ironía que hace en muchas ocasiones de Tiepolo un maestro genial. A la transformación que sufre el tema hay que añadir la interpretación que hace el pintor del episodio con un Jacinto semidesnudo en el suelo, dirigiendo su rostro hacia el consternado Apolo y luciendo en su mejilla la herida y el enrojecimiento del pelotazo recibido. A las posturas algo teatrales de los dos protagonistas, se suman los mudos testigos del suceso, que se alinean a la izquierda, y la sonrisa maliciosa de la estatua del dios Pan, que parece que ha girado su cabeza para no perderse el desenlace de la historia.
Se conservan varios dibujos preparatorios para el grupo central del cuadro, dos de ellos en el Victoria and Albert Museum de Londres. En esos dos diseños se estudian las posiciones de Jacinto y Apolo. En uno, el héroe aparece acomodado en el suelo, con las piernas juntas y flexionadas, acercándose a la solución final que Tiepolo le da en este lienzo. Sin embargo, Apolo, en esos dos esbozos, asiste al muchacho. Se han detectado también similitudes con la serie de la Jerusalén libertada realizada en Würzburg. La primera se encuentra en la zona del jardín encantado donde están Rinaldo y Armida. El guacamayo, el fragmento de entablamento donde se posa, la estatua de Pan, los cipreses del fondo y el arco que comunica con «la cancha de tenis» se encuentran perfectamente desarrollados en ese jardín encantado. En el episodio en el que Rinaldo abandona a Armida, la postura que toma ésta, sentada en el suelo y ligeramente inclinada, también recuerda la adoptada en el lienzo por nuestro héroe.
La pintura perteneció a la colección, con sede en Bückeburg, del barón Wilhelm Friedrich Schaumburg-Lippe y pudo ser una adquisición directa del aristócrata al propio artista. Mientras que la pintura estuvo entre los herederos del barón, los príncipes de Schaumburg-Lippe, participó en su primera exposición, celebrada en Berlín, dedicada a la pintura italiana de los siglos XVII y XVIII. El lienzo formó parte de los bienes de esta familia hasta 1934, fecha en la que ya está registrado en la colección Rohoncz, antiguo nombre de la colección Thyssen-Bornemisza.
Mar Borobia