Tormenta en la costa
En esta vista panorámica general de unas aguas encrespadas de costa, una inminente tormenta con rayos amenaza a varias embarcaciones. En el primer plano, la tripulación de un barco que acaba de zarpar echa el ancla apresuradamente. Más hacia atrás pueden verse dos embarcaciones con sus escotas subidas y en la distancia a un barco de guerra. Más de las tres cuartas partes de la escena están dominadas por el drama metereológico plenamente colorista desencadenado por la tempestad.
Las marinas de De Vlieger provienen directamente de las de Jan Porcellis, quien fue el primero en representar los mares interiores holandeses y las aguas de costa de un modo verdaderamente natural, utilizando la perspectiva aérea y sirviéndose de una paleta de colores sutilmente contenida. En las décadas de los años 1630 y 1640, el arte de De Vlieger consiguió representar los fenómenos atmosféricos con gran sutileza gracias a la progresiva ampliación de la gama de sus colores -de hecho, los marrones rojizos, verdes, incluso los rosas pálidos del artista fueron sustituyendo a las sombras grisáceas utilizadas y favorecidas por Porcellis- y merced a un acabado dominio del retroceso espacial conseguido mediante sutiles ajustes de escala y valor. Los dibujos de De Vlieger prueban también el gran interés que mostró por la perspectiva ortogonal. Aunque Van Goyen alcanzó simultáneamente resultados semejantes en el género de las marinas, nunca logró la variedad de la paleta de De Vlieger.
Jan Kelch ha fechado la presente obra en la segunda mitad de la década de los años 1640. Gaskell señala acertadamente que la primera tormenta marina pintada por De Vlieger data de una fecha tan temprana como 1629. Artistas flamencos del siglo XVI pintaron relámpagos que también fueron regularmente representados por Jan van Goyen, y Aelbert Cuyp. Como observó agudamente Gaskell, el interés de los paisajistas holandeses por hacer frente al reto de representar el relámpago pudo provenir de la afirmación hecha por Plinio el Viejo de que Apeles -el artista más célebre de la Antigüedad- «pintó lo imposible de pintar: truenos, relámpagos y rayos». Plinio probablemente se estaba refiriendo a las personificaciones alegóricas pintadas del rayo, pero Karel van Mander sitúa sus alusiones a estos logros en el capítulo octavo de su Het Schilder-boeck dedicado al paisaje. Van Mander se sorprende en concreto de la habilidad de Apeles para representar el relámpago con sólo cuatro colores y a continuación anima implícitamente a sus compañeros pintores holandeses a seguir su ejemplo: «A veces me asombro cuando pienso cómo las pinturas de Apeles pueden representar el trueno y el relámpago con tan pocos colores. ¿Por qué nosotros, que tenemos tantos y más refinados y apropiados medios para mostrar tales cosas extraordinarias, habremos de carecer del impulso para imitar la naturaleza? Consecuentemente, dejad a las olas rugientes agitadas por los dos mensajeros de Eolo (dios de los vientos) mostrarse como cielos negros, tormentosos y monstruosamente feos. Y mellad los rayos de los relámpagos enviados por el más alto de los dioses y disparados a través del cielo tormentosamente oscuro, de modo que las criaturas mortales puedan mostrarse asustadas».
Peter C. Sutton