1965 (PH-578)
Clyfford Still consolidó su personal lenguaje abstracto a mediados de los años cuarenta y lo mantuvo inalterable, con ligeras variaciones, el resto de su vida. Su idealismo le llevó a creer en la capacidad del arte de transformar la vida humana, y con sus lienzos, de proporciones épicas, en los que aparecen formas de reminiscencias naturales, que se salen de los bordes de la tela, quiere provocar en el espectador sentimientos de liberación.
Como muchos de sus compatriotas abstractos, Still se relaciona con la estética de lo sublime. Creía firmemente que una pintura podía transmitir un significado exclusivamente a través de las cualidades formales y cromáticas, sin referencia alguna al mundo exterior. Más que capturar una imagen del mundo, Still deseaba crear una experiencia trascendental, de forma que, al contemplar sus pinturas, el espectador se sintiera sobrecogido por el mundo abstracto de las cualidades matéricas y sensuales de la superficie pictórica, de manera similar que frente a un efecto dramático de la naturaleza.
Mientras que otros pintores de la denominada color-field painting, como Mark Rothko o Barnett Newman, organizaban sus pinturas a base de campos de color muy simples y sutiles, en las pinturas de Still son mucho más irregulares, empastados y complejos. Este lienzo de la colección del Museo Thyssen-Bornemisza, pintado en 1965 en su casa de campo cerca de Westminster, Maryland, donde residía desde 1961 bastante desvinculado del mundo artístico, es un ejemplo característico de su lenguaje abstracto, que se configura a base de una serie de formas superpuestas de diferentes campos de color irregulares que dan la impresión de haber sido rasgadas violentamente dejando a la vista la capa inferior.
A pesar de que sus obras nunca llevan título, las diferentes texturas y los fuertes contrastes de luz y color creados con el grueso empaste, aplicado con espátula, han llevado a interpretar sus pinturas en clave de paisaje. Asimismo, aunque Still siempre negó cualquier asociación con otros pintores, su obra podría relacionarse con la factura quebrada e inacabada de Cézanne y con ciertos paisajes impresionistas, en especial de Claude Monet.
Paloma Alarcó